Negociación complicada: El FMI pide un acuerdo «clásico» pero analistas creen que el Gobierno tiene pocas chances de cumplirlo


Es la conclusión a la que arribaron economistas consultados tras conocerse el comunicado con las exigencias fiscales y monetarias del Fondo Monetario.

Por Gustavo Bazzan

El comunicado del Fondo Monetario Internacional de alguna manera fue una respuesta diplomática pero concisa a la pretensión del gobierno argentino de “acordar sin ajuste”. Concretamente, el FMI puntualizó que la Argentina debe: 1) bajar el déficit fiscal; 2) reducir la cantidad de pesos que emite el Banco Central para financiar al Tesoro; 3) establecer una estrategia para incrementar las reservas en dólares; 4) bajar la inflación y 5) procurar una política monetaria de tasas de interés positivas.

En medio del barullo de la conversación en público «a lo dúo Pimpinela» que mantuvieron el viernes por la noche la vicepresidenta Cristina Fernández con el Presidente Alberto Fernández, quedaron algunas dudas sobre la real voluntad del Gobierno de aceptar las condiciones. Aunque para los analistas económicos no hay tantas dudas sobre si se va a firmar o no (creen que sí) sino sobre qué se va a firmar y, no menos importante, las chances de que la Argentina cumpla lo que firmó.

Así, por ejemplo, el economista Ricardo Delgado, le dijo a Clarín. “El FMI dijo lo que se esperaba que dijera: pide una ajuste de la macroeconomía y a mi juicio yo a Cristina la ví resignada pero realista. De todas maneras no habrá un ajuste, ni virtuoso ni duro, porque es muy difícil lograrlo con esta situación social tan complicada.” Sobre el reclamo de bajar el déficit fiscal, también se mostró cauteloso porque no cree que la recaudación crezca lo suficiente para bajar el déficit: “El grueso de la recaudación es por consumo o por aportes a la seguridad social, y no creo que en 2022 tengamos una recuperación sustanciosa de esas dos variables”.

Un punto importante es llevar la tasa de interés de negativa (menor a la inflación esperada) a positiva (mayor). Dado el stock de leliqs que tiene colocadas el Banco Central, se calcula que cada punto que suba la tasa de interés (38% nominal, 45,44% efectiva) aumenta la deuda del BCRA en 40.000 millones de pesos, una suba de las tasas incrementa el déficit cuasi fiscal.

Para Delgado, el Central no va a tocar la tasa de las Leliq pero sí empujará una suba de la tasa de descubierto en cuenta corriente. “Es la tasa que mira el mercado, porque es lo que paga el que tiene acceso al dólar al cambio oficial para endeudarse en pesos al 33 o 34% y comprar dólares. Hay un rulo interesante ahí”.

Gabriel Rubinstein es moderadamente optimista. “El Gobierno no tiene que hacer un gran ajuste, tiene que definir una pauta de déficit fiscal descendente y que sea creíble. Es posible hacerlo si se tiene la voluntad de hacerlo. Siempre puede pasar que no lo cumplan, pero se supone que el FMI evaluará antes de firmar si lo que pide es cumplible o no. A mi modo de ver, lo importante es que el ajuste ya está bastante avanzado y lo que viene no necesariamente será recesivo, porque en definitiva el Gobierno no está financiando licuando su gasto gracias a la inflación”. Lo de la tasa, dice Rubinstein, “es más complicado, porque si emite menos la inflación bajaría y entonces las actuales tasas serían menos negativas. Si la tasa es menos negativa también se achicaría la brecha cambiaria”.

El economista Gabriel Zelpo fue muy cauto, casi escéptico, sobre los próximos pasos de la negociación. “El comunicado, más allá de las declaraciones de los funcionarios locales, dice que el FMI quiere un arreglo clásico. Y la verdad es que eso deja muy incómodo al gobierno, que por ahora se niega a abandonar su posición de reclamar cosas exóticas, como una nueva arquitectura financiera internacional. Negociar un acuerdo lleva mucho tiempo, no se puede perder tiempo en discusiones que no llevan a nada”.

A su juicio, patear la pelota para adelante “no va más”. Y dice: “No va más porque los salarios en dólares ya están destrozados, la pobreza se va a cristalizar en un nivel muy alto, la inflación se quedará arriba del 50%, no hay reservas… el Gobierno va a tener que avanzar en un acuerdo tradicional. Además el FMI tiene mucho interés en un acuerdo, pero sera algo más laxo, porque sabe que el acuerdo tradicional es incumplible”. De todas maneras, Zelpo concluye que firmar un acuerdo y cumplirlo no le va a redituar beneficios al Gobierno, porque el impacto será recesivo. Pero no firmar o no cumplirlo también será muy malo para el Gobierno.

Martín Redrado, en declaraciones radiales, señaló: «Yo aprendí a mirar los hechos y no tanto los discursos y las palabras. No me distraería tanto en los discursos de ayer, sino en los hechos. Yo veo que los accionistas de la coalición gobernante todos quieren un acuerdo con el Fondo. Los intereses convergen, por más que es algo no deseado, pero saben que tienen que enfrentar esto. El problema es cómo lo enfrentan, si es con un ajuste o si se busca un programa de crecimiento”. Y vaticinó: «Veo muy difícil que se llegue a un acuerdo con el Fondo antes de fin de año. Ahí sí el equipo económico ha tratado de comprar tiempo o de jugar con las expectativas. Hace dos semanas tuvimos un momento de tensión cambiaria, y cada vez que hay tensión cambiaria, el equipo económico sale a decir que estamos cerca y que solo faltan detalles. Por mi experiencia, veo que falta bastante ida y vuelta y hay que trabajar mucho en el mes de enero. La burocracia del Fondo hasta la primera semana de enero no está activa. SI uno de los temas es el financiamiento del déficit, espero que la solución no sea la del 2018, que es subir las retención a las exportaciones y así recaudar más

¿Qué hará el BCRA con la tasa tras acuerdo con el Fondo?


Claudio Caprarulo, Martín Carro, Julián Grancharoff brindaron sus miradas respecto a la evolución de la variable. Descartan que se pedirá una suba pero que deberá estar en sintonía con los objetivos que se establezcan de política fiscal y cambiaria.

Por Carolina Paparatto

En un momento clave de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (ver nota aparte), distintos economistas consultados por Ámbito analizaron lo que puede pasar con la tasa de interés de referencia del Banco Central -sin cambios desde hace un año en 38%- en el marco de un próximo acuerdo con el organismo. Descartan que se pedirá una suba pero que deberá estar en sintonía con los objetivos que se establezcan de política fiscal y cambiaria.

“La discusión con el Fondo pasa por lograr un programa integral. Los dos principales objetivos del Fondo son sobre la política fiscal y la política monetaria, y dentro de la política monetaria, prevalece conocer cómo va a ser el sendero de acumulación de reservas. El punto más importante de la discusión seguramente sea como la Argentina va a armonizar la política fiscal y la política cambiaria con la política de tasa de interés del BCRA. La discusión va a estar relacionada sobre como el BCRA va a manejar la tasa de interés, sobre todo en un contexto mundial en el que se está discutiendo”, aseguró Claudio Caprarulo, director ejecutivo de la consultora Analytica.

Por su parte, Julián Grancharoff, magíster en Finanzas y miembro del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas, señaló que “es de esperar que el Fondo exija una suba en las tasas de interés en un contexto de aceleración inflacionaria, escasez de divisas y presiones cambiarias”. Por ello, argumentó el economista, “bajo el marco teórico del FMI, diría que lo que van a pedir es una suba de tasas en busca de bajar la inflación presente y futura, sobre todo en vistas del año próximo donde es probable que también pidan ajustes en el tipo de cambio oficial y las tarifas. Es decir, una suba de tasas en la transición de la consolidación fiscal para luego poder reducirlas paulatinamente.

Coincidió en el análisis Martín Carro, economista y analista económico en el Ministerio de Desarrollo Productivo: “Probablemente se le pedirá al BCRA una suba, por los niveles de inflación que tiene la Argentina”.

Con una tasa efectiva de 40% y una inflación proyectada en el orden del 50%, “uno esperaría que la tasa efectiva de las leliq empiece a ubicarse en niveles reales a la par de la inflación. Eso no quiere decir -advirtió- que haya que hacer un salto en la tasa de política monetaria porque lo que se debe garantizar es que toda modificación que se haga se termine trasmitiendo”, a través de los bancos tanto a las s líneas de crédito como a los plazos fijos, analizó Caprarulo.

“Una suba de la tasa de interés, en términos generales, para la dinámica de precios debiera a tender a la baja de los mismos, por lo que es una política que apunta a reducir la inflación. No obstante, la inflación en la Argentina tiene otros componentes, a mi entender, que pesan más que la tasa de interés, por lo que considero que subir la tasa de interés puede influir, pero será bajo el efecto”, apunto al respecto Carro.

“Se podría esperar que el FMI pida que las tasas fijas también se sitúen por encima de la inflación esperada (empezando por las Leliq) y que también se incremente el rendimiento de los instrumentos atados a la inflación. El punto es cuál va a ser esa inflación esperada dado que sabemos que las proyecciones del Fondo en el último acuerdo con la Argentina, en el gobierno anterior, fueron completamente erradas” sostuvo Grancharoff.

Consecuencias

Todos los analistas coincidieron en la necesidad de que una decisión sobre la tasa se adopte en un contexto que tenga en cuentas sus consecuencias sobre otros aspectos de la economía.

“Es importante que el gobierno logre un esquema equilibrado que tome en cuenta todas las características. Recordemos que el problema es que, si el gobierno sube mucho la tasa de interés, también aumenta el costo de financiamiento del tesoro. Por eso, antes de modificar la tasa de interés, va a depender mucho de lo que pase con la política fiscal. El gobierno debe asegurarse que todo termine siendo de una forma consistente”, dijo Caprarulo.

“El principal impacto de corto plazo de una suba de la tasa de interés se daría en los tipos de cambio. Una suba de tasas podría reducir la brecha cambiaria al dar mayores incentivos a posicionarse en pesos”, sostuvo a su turno Grancharoff.

“Más allá de decir un número ideal de tasa de interés, lo importante es que esta sea una referencia, lo suficientemente alta como para que se puedan obtener rendimientos positivos, pero lo suficientemente baja para no dañar la dinámica de la actividad económica. Por lo tanto, una tasa cercana a la inflación interanual como tasa de referencia, parece lo más lógico en este contexto”, concluyó Carro.

“Considero que deberíamos ir hacia una armonización de tasas. En consecuencia, lo que suceda con la tasa de interés va a tener que estar relacionado con los objetivos que se establezcan de política fiscal y de política cambiaria”, finalizó su análisis Caprarulo.

Un acuerdo con el FMI, el camino menos doloroso para evitar una crisis y eludir un «ticket seguro al desastre»


Las misiones se volverán algo corriente en 2022. Pero la llegada del Fondo es apenas el inicio del camino para recuperar reputación

Por Ricardo Delgado

La cuenta regresiva comenzó. En pocos días, el Gobierno enviará al Congreso los lineamientos macroeconómicos de su programa plurianual y allí empezará a develar la hoja de ruta que tiene en mente para los críticos dos últimos años de gestión. Se asume que al menos lo central de dicho programa cuenta con el aval del FMI y que formará parte del nuevo acuerdo con el organismo.

Es un paso fundamental para que las degradadas expectativas privadas encuentren algún cauce y los activos financieros argentinos, dólar incluido, relajen las presiones sobre sus precios. El viaje de la misión argentina a Washington de este fin de semana busca acelerar los tiempos.

En concreto, como siempre, se debaten stocks y flujos de dólares, con un deadline muy claro: marzo de 2022. Hasta entonces se acumulan vencimientos por u$s7.900 M en concepto de capital e intereses de deuda externa y los acreedores son principalmente los tenedores de bonos reestructurados y el Fondo Monetario Internacional.

«Un default abierto con el principal acreedor dominado por las principales economías centrales es un ticket seguro al desastre»

Desde Analytica hemos planteado reiteradas veces que un acuerdo con el Fondo es el menos doloroso de los caminos posibles para evitar una crisis de corto plazo y estar en condiciones de generar algún sendero viable para generar divisas en el mediano y largo plazos.Un acuerdo con el Fondo es el menos doloroso de los caminos posibles para evitar una crisis de corto plazo

Es claro que no resuelve per se ningún desequilibrio, pero un default abierto con el principal acreedor dominado por las principales economías centrales es un ticket seguro al desastre.

Mirado desde los stocks, el cuadro es complejo. Las reservas líquidas del Banco Central, medidas incluso a la usanza del FMI, equivalen apenas a un mes de importaciones y por ello el gobierno espera casi con desesperación una buena liquidación de la cosecha fina en diciembre para alimentarlas. Se proyecta una dinámica de flujos compleja que preanuncia que este stock no hace compatible la continuidad de la actual estrategia cambiaria con los pagos de importaciones de bienes y servicios y el cumplimiento de los compromisos de deuda hasta marzo. Algo debe cambiar. Los mercados lo saben y forman expectativas esperando la corrección en algún momento antes de marzo.

Un acuerdo con el Fondo podría servir como una suerte de paraguas protector que, bajo ciertas condiciones, descomprima esas previsiones. Aunque parece imposible que el organismo avale la continuidad del atraso cambiario como estrategia, también comprende que resolver con lógica el dilema cambiario argentino no admite las recetas tradicionales como la devaluación como medida central.

El compromiso de acumular reservas, otro clásico del Fondo que como cualquier acreedor quiere ver capacidad de repago, es una vía más «amigable» de presentar en sociedad. Pero la brecha de 100% sigue ahí, al acecho, desalentando la viabilidad de un ordenamiento cambiario razonable.

Las dificultades del Banco Central para hacerse de dólares, o mejor aún, de retenerlos, incluso en un año con los mejores precios internacionales desde 2012, llegaron en estos días a la necesidad de volver a restringir las operaciones sobre el turismo al exterior. Que no se trata de una medida aislada para castigar a las clases medias que le quitaron el apoyo electoral al gobierno, sino que forma parte de la lógica de proteger unas reservas muy escasas y en especial, de mostrarle al FMI que lo poco que hay, se cuida. El Fondo, como cualquier acreedor, desea que su deudor use todos los medios disponibles para defender su caja…

Así, días después de las elecciones, el Central abandonó la intervención vía bonos en el mercado de los dólares bursátiles, por el cual se fueron nada menos que usd 2.400 millones de las reservas en un año para subsidiar el precio de salida. También obligó a los bancos a desprenderse de sus tenencias en dólares, medida que generó los rumores totalmente injustificados de «corralito» sobre los depósitos en esa moneda. Hoy, el sistema financiero cuenta con los niveles de liquidez más altos de la historia, tanto en pesos como en dólares y nada más lejos que la posibilidad de prohibir retiros de depósitos.

«La llegada del FMI es apenas el inicio del camino para recuperar reputación. Se necesitan señales creíbles y consistencia macro»

Ambas decisiones del BCRA fueron pensadas a medida del apetito del FMI. Incluso la caída de 25% en el mes en los pagos por importaciones de octubre podría entenderse en esa línea. Esta cuestión es, de todos modos, más estructural. Desde Analytica advertimos desde hace meses que la brecha cambiaria incentiva a adelantar importaciones y, de acuerdo con nuestros cálculos, unos u$s18.000 millones de pagos al exterior por compras de insumos, partes y piezas industriales no pueden explicarse sólo con la evolución propia de la actividad sectorial ni con la del tipo de cambio real. Evidentemente, las expectativas devaluatorias en un escenario de restricciones y tasas reales de interés negativas influyen en la decisión.

Con muy escaso margen de maniobra e instrumentos poco eficientes, el Gobierno está preparando el terreno para el desembarco fondomonetarista en la economía argentina a partir de 2022. Las misiones trimestrales se volverán algo corriente y los nombres de sus técnicos, conocidos para el común de los argentinos. Pero la llegada del Fondo es apenas el inicio del camino para recuperar reputación. Se necesitan señales creíbles, consistencia macro e ir cumpliendo las metas que fije el acuerdo para que vuelva una esquiva palabra a la economía argentina: confianza.

Ricardo Delgado es economista y presidente de Analytica Consultora

Dólar hoy: la cotización libre revirtió la suba inicial y cerró con una cotización de 200 pesos


La brecha cambiaria con el dólar mayorista se estabilizó en el 96%

El dólar libre se encamina a un cierre de 2021 donde resultó una mala postura inversora. Más allá de su ponderación como activo de refugio, el dólar “blue” anota una escasa alza de 20,5% en lo que va del año, una tasa que es menos que la mitad de la rampante inflación argentina.

Este lunes la divisa marginal revirtió la suba inicial y terminó ofrecida sin variantes a 200 pesos, con una brecha de 95,8% respecto del tipo de cambio oficial.

En ese sentido, el billete verde culminó operado en el segmento mayorista a $102,13, con alza de 15 centavos respecto del cierre del viernes.

“Estamos terminando un año sin estallidos cambiarios, sin episodios financieros demasiado graves y eso me parece que es una buena noticia dentro de esta gran fragilidad. No hay capacidad en esta economía de vivir aislada del concierto financiero de los organismos multilaterales. El acuerdo con el Fondo va a llegar. Cuanto más tarde llegue, mayores son los costos sobre todo en materia financiera y el precio de los activos argentinos”, puntualizó Ricardo Delgado, economista de Analytica.

Los expertos de Research for Traders recordaron que la semana pasada, “el BCRA logró mantener un saldo neutro en sus intervenciones cambiarias ante un mayor equilibro del mercado por necesidades estacionales de pesos”.

“A nivel cambiario, más allá del alivio que dejaron los saldos de las intervenciones en las últimas ruedas, los operadores continúan preocupados y monitoreando de cerca la evolución de las reservas netas frente a los futuros compromisos, aún cuando se ha comenzado a evidenciar recientemente un mayor deslizamiento del dólar mayorista a pesar de un comportamiento irregular”, aportó el economista Gustavo Ber.

“Tras desinflarse en las últimas ruedas a partir de una mayor necesidad estacional de pesos, los dólares financieros han vuelto a despertar una mayor demanda por los niveles alcanzados y por la perspectiva de que podría extenderse un escenario de exceso monetario más allá de un eventual acuerdo con el FMI”, añadió el titular del Estudio Ber.

Las reservas internacionales finalizaron el viernes en USD 41.117 millones, con una disminución en la semana de 54 millones de dólares.

Un informe de GERES (Grupo de Estudios de la Realidad Económica y Social) precisó según el más reciente balance del Banco Central, actualizado al 7 de diciembre último, las reservas netas de la entidad -al descontarse depósitos privados y préstamos- se ubicaron en 5.801 millones de dólares. De este exiguo monto, unos USD 244 millones constituían reservas estrictamente líquidas, mientras que unis USD 2.020 millones eran Derechos Especiales de Giro (DEG) activos del FMI, y otros USD 3.537 millones, la tenencia de oro.

“En lo financiero, el Tesoro cerró una excelente licitación, con un financiamiento neto importante; mientras que en lo que hace a la política monetaria, las reservas se mantienen en mínimos -en un marco de fuertes ventas del BCRA- y el Comité de Política decidió mantener la tasa de política monetaria (Tasa nominal anual de Letras de Liqudiez-Leliq) en 38%; esto último quizás, en contraposición a lo que algunos esperaban, que sostenían la necesidad de un ajuste al alza”, subrayó en un informe GMA Capital.