El Banco Central llevaría la tasa de interés al 42% anual


El organismo que preside Miguel Pesce había adelantado que esperaría a que el INDEC de a conocer el IPC de enero para avanzar en un nuevo ajuste.

Por Ana Clara Pedotti

Esta semana el Banco Central podría volver a ajustar al alza las tasas de referencia de la economía. El organismo que preside Miguel Pesce había adelantado a principios de mes que esperaría a que el INDEC de a conocer el dato de inflación de enero para avanzar. En enero, el Banco Central decidió elevar el costo del dinero de 38% anual al 40% anual, como un guiño al Fondo Monetario y en medio de las negociaciones del país con el organismo.

La autoridad monetaria aprovechó las semanas de relativa calma en el mercado cambiario para lentamente acelerar su ritmo de devaluación diario. Tasas reales positivas y un ritmo más alto de crawling peg ( deslizamiento cambiario), para reducir la brecha cambiaria, son dos claves del principio de entendimiento planteado con el FMI. En el mercado esperan que se concrete una nueva suba, aunque coinciden en que su impacto será acotado.

Los analistas de la City creen que este nuevo ajuste será similar al que ya se realizó en enero. “Con el dato de inflación de enero que rondaría el 4%, se espera una nueva suba de tasas del BCRA. En el acuerdo con el FMI uno de los objetivos es alcanzar tasas reales positivas, y si bien con una suba se colocarían arriba del objetivo fijado por el Gobierno (que no supere el 40%), está muy lejos del piso de 55% proyectado por el mercado”, dijo el economista Ignacio Morales, de Wise Inversiones.

En tanto, Analistas de la consultora Delphos señalaron: “Estimamos que la suba de tasas de política monetaria podría alcanzar nuevamente los 200 puntos básicos”. El alza sería limitada para evitar una profundización del déficit cuasi fiscal.

“Desde el mes pasado el cambio en la composición de los pasivos no monetarios fue acelerada. Después de una participación creciente de los Pases durante todo el 2021, que abarató el costo de la esterilización, los Pases pasaron de ser casi el 60% a fin de 2021 a representar alrededor del 20% de los pasivos monetarios”, detallaron en Delphos. 

“El Banco Central apunta a pasar el verano cuidando las reservas internacionales a la vez que sigue acelerando la depreciación del tipo de cambio oficial, que se encuentra cercana al 40% anual”, afirmaron los analistas.

En esta línea, Claudio Caprarulo, de Analytica explicó: “Esperamos que el aumento de la tasa de política monetaria  sea similar al último, del orden del 2%. Un salto más alto por ejemplo del 40 al 45% generaría intereses de deuda adicionales por $ 240 miles de millones de pesos, un 6% de la base monetaria”

Al mismo tiempo sumaron: “Por el lado de sus pasivos, la transición progresiva a tasas de interés positivas acordada con el FMI podría aumentar el déficit cuasifiscal a 3,4% del PBI con un stock de pasivos no monetarios superior a los $8 billones a fin de año, lubricando impulsos inflacionarios de distinto tipo”.

Una suba de tasas similar a la de enero no lograría, en el corto plazo, alcanzar el objetivo buscado. El economistas de GMA Capital, Nery Persichini, afirmó: “Para combatir la inflación con herramientas más ortodoxas, el BCRA deberá aumentar el premio de los pesos”.

“En otras palabras, tendrá que fijar un nivel de tasa de referencia (LELIQ) superior al actual de 40%. Para quedar en tablas con el costo de vida, la tasa de política monetaria debería ser de al menos 48% TNA, unos 800 puntos básicos más que hoy”, cerró Persichini.

El alza de las tasas podría ser escalonada, pero un contexto de bajas reservas e inflación acelerada parecen incentivos suficientes para que el Central tome ese camino ortodoxo más pronto que tarde. Sin embargo, una mayor remuneración de los pasivos del Central impacta directamente en el déficit cuasi fiscal, lo que pondría un coto a esta estrategia.

En ese sentido, José Echagüe, estratega de Consultatio, apuntó: “La promesa de volver positiva la tasa de interés real anunciada en el entendimiento tiene un límite, dado el nivel de pasivos monetarios remunerados que tiene el BCRA. Dicho de otro modo: el aumento de la tasa tiene impacto en el déficit cuasi fiscal, que va a contramano con el esfuerzo de consolidación que tendrá que realizar el gobierno en el frente fiscal puro”.

Por culpa de la inflación, el consumo no puede volar


El Gobierno sostiene que el mercado interno traccionará este año la economía; sin embargo, algunas consultoras advirtieron que la falta de plata en los bolsillos y la suba de las tarifas pulverizarán la posibilidad de comprar.

Por Fabián Quintá

El discurso oficial apunta a que hay que aumentar las exportaciones para conseguir dólares, a la vez que se fortalezca el mercado interno, no solo para el bienestar de los argentinos, sino también como una “plataforma” de lanzamiento de las empresas para luego salir al exterior.

Una inflación en alza como la que se está vislumbrando para este año pone en jaque las metas de recuperación del consumo y también pulveriza el salario. Esas son las proyecciones de algunas consultoras privadas que relevó PERFIL. Justamente esta semana, cuando se supo que los salarios del sector público y privado alcanzaron el año pasado un aumento promedio del 53,4%, por encima de la inflación del 50,9%, según el Indec.

Más allá del optimismo oficial, varias consultoras privadas ya han anticipado que este año, el consumo interno no será uno de los motores del crecimiento de la economía debido a la precariedad laboral, que hace que los ingresos de los trabajadores “en negro” crezcan menos que la inflación, que para este año se estima en 55%, y la suba de tarifas, que restará dinero para otros consumos.

A estos factores, se suman los incentivos que siempre se disponen los años electorales y que en 2021 fuera bautizado como el “Plan Platita”. Un informe de la consultora Analytica hizo punta al afirmar que “la recuperación del nivel de actividad por sí sola no garantiza un mayor consumo. El deterioro de la masa salarial y del crédito responde a causas estructurales que la pandemia profundizó. Y su resolución requiere mucho más que medidas de estímulo al consumo”.

La casa de estudios que dirige Ricardo Delgado explicó que existe “una clara restricción crediticia. Los préstamos al consumo se ubican, a valores constantes, en el nivel de agosto de 2019, similar al promedio de 2010”. Otro impedimento “es la elevada volatilidad nominal, que limita la voluntad y capacidad de los bancos de expandir los préstamos a las personas”.

A su vez, “dada la elevada informalidad de la economía, se profundiza la tendencia a que la masa salarial sea el principal determinante del consumo. El mercado de trabajo se recupera; sin embargo, su calidad, principalmente dentro del espectro informal, es baja, con menos horas trabajadas y caída del salario real”, agregó.  

Incluso, “las pérdidas de ingresos reales se dan principalmente en los no registrados y cuentapropistas no profesionales. Y hoy la recuperación del empleo supone un reemplazo de asalariados no registrados por cuentapropistas”. “Lo que sí cambió con la pandemia fueron los patrones de consumo. Los argentinos consumen más variedad de productos, pero por menos valor”, advirtió Analytica.

De manera coincidente, otra consultora, Abeceb, advirtió que “con una perspectiva de ingresos laborales estable para este año y sin impulso por el lado fiscal, el consumo seguirá evolucionando a un ritmo bajo, del 4%, perdiendo potencia a medida que termine el verano, disminuya el ingreso disponible con el aumento de las tarifas y continúe el empobrecimiento de la clase media, con familias endeudadas y con mayores dificultades para aprovechar los beneficios de programas como Ahora 12”. La casa de estudios del ex ministro Dante Sica apuntó que “la confianza del consumidor se mantiene en un estado de letargo”. La percepción de que es un buen momento de comprar durables, como refugio de valor por el impacto de la brecha y la existencia de programas de financiamiento subsidiado, “se compensa con una mirada negativa del entorno macroeconómico y de la situación personal, donde además el futuro se deteriora más rápido que el presente”.

“Los resultados relativamente buenos para el consumo que se registraron en la última parte de 2021 no se repetirán en 2022, con excepción de algunos mercados puntuales como el automotor y el de electrodomésticos” ya que este año “no se contará con los anabólicos propios de un año electoral ni espacio fiscal, y además habrá menos ingresos disponibles por la necesidad de ajustar tarifas”.

Para Abeceb, los ingresos no podrán apuntalar el consumo por tres motivos centrales: a) El aumento del endeudamiento de las familias implica rendimientos decrecientes de programas como Ahora 12, que se renovó con menos plazo, en medio de discusiones acerca de la flexibilidad de las tarjetas para extender los límites de compra y reclamos por parte de los bancos en un entorno regulado de tasas. b) La necesidad de dar señales para moderar los registros inflacionarios va a estar presente en las negociaciones salariales. c) El empleo, luego de reacomodarse a la pandemia en 2021, aportará pocos puntos a los ingresos de las familias.

En este marco, “el poder de compra apenas acompañará a la inflación. Estará un 4% por debajo de 2019 en términos agregados y un 16% debajo de 2017”, adelantó la consultora.

Salarios le ganaron (por poco) a la inflación en 2021: qué se espera para este año


Ante la aceleración de los precios, en algunos casos estiman “como mucho un empate” hacia fin de 2022. También advierten por la necesidad de recuperar los ingresos de los trabajadores “no registrados”.

Por Andrés Randazzo

Los salarios crecieron durante 2021 el 53,4%, por lo que cerraron el año por encima de la inflación (fue de 50,9%) por primera vez desde 2017. Según informó el INDEC ayer, los sueldos de los empleados públicos se incrementaron 58,7% el año pasado, mientras que los del sector privado registrado aumentaron 55,3%, ambos con mejoras en términos reales. Por su parte, los ingresos de los trabajadores informales subieron 40,5%.

De todas formas, según analizaron desde la consultora LCG, “a pesar de haberse visualizado una mejora mensual de los ingresos en la segunda mitad del año a raíz de las negociaciones de los acuerdos paritarios, el nivel general de salarios cayó en promedio un 3,5% real en 2021”.

Con ese escenario, y proyectando lo que puede ocurrir este año en la “batalla” entre los precios y los salarios, desde LCG señalaron: “En líneas generales, para este año esperamos que los salarios como mucho terminen empatando la inflación medidos a diciembre. Habrá que ver la posibilidad que tenga el Gobierno de anclar expectativas de inflación en torno a la pauta que estableció el acuerdo con el FMI (40% anual) y la traducción de eso en el reclamo por paritarias. No obstante, por el arrastre que deja la recuperación que se evidenció hacia el final de este año, en la medición promedio podrá verse cierto aumento del poder adquisitivo”.

Justamente, al analizar la evolución promedio de los salarios y lo que puede ocurrir este año, el economista de Analytica Claudio Caprarulo sostuvo a Ámbito: “En los últimos diez años, únicamente en cuatro el salario registrado creció en términos reales. Y fue justamente cuando el aumento de precios fue menor al 27%. Mientras la inflación no baje, difícilmente las familias puedan recuperar poder de compra. Está bien que el Gobierno busque coordinar expectativas y proponga una pauta menor a la inflación proyectada por el mercado. Una carrera entre precios y salarios con los actuales niveles de nominalidad puede poner a la economía en una situación aún mucho más compleja. Pero a su vez, tiene que lograr que el resto de los precios también se actualicen con una pauta similar, caso contrario los trabajadores asumen la mayor parte de los costos y se profundiza la desigualdad y la pobreza”.

Por su parte, Martín Burgos, del Centro Cultural de la Cooperación, analizó: “Me parece que no hay que contar con un incremento salarial desproporcionado para este año ni los próximos. De hecho, parece más bien un proceso lento en el cual se pretende subir el salario real 3% a 4% anual, para intentar volver a los niveles de 2015 en cinco años”.

“La expectativa para el 2022 está puesta en dos cuestiones: primero, en que los salarios registrados continúen con una senda de recuperación de al menos 3 puntos en el año. Si bien se están incrementando, todavía están lejos de recuperar el terreno perdido respecto de finales de 2015, por ejemplo”, sostuvo por su parte Hernán Letcher, director del CEPA, quien agregó: “En segundo lugar, me parece que es importante la recuperación del salario no registrado, que tuvo un muy buen desempeño en los últimos dos meses del año pasado, pero que de todas formas se encuentra a un 6% por debajo de los niveles prepandemia. Es decir, en este último segmente, debería lograr recuperarse en los primeros meses de este año lo perdido en pandemia y empezar a recortar, tal vez desde marzo en adelante, lo perdido durante la gestión de Cambiemos que asciende, para el sector no registrado, entre el 25% y el 30% de pérdida de poder adquisitivo.

FMI: la meta de reservas es alcanzable pero hay desafíos cambiarios, según analistas


Por Carolina Paparatto

La acumulación de reservas es un tema central en el entendimiento con el Fondo Monetario Internacional, en el que se acordó una meta de u$s5.000 millones que el Banco Central tendrá que acumular en 2022. Una posibilidad, aún en negociación de cara a la letra chica del programa, es que buena parte de esas divisas provenga del reintegro de los Derechos Especiales de Giro (DEG) utilizados para pagar los vencimientos de capital al propio FMI ya que refinanciarán completos los casi u$s45.000 millones del préstamo de 2018. El Gobierno busca que esos DEG sean contemplados dentro del objetivo, como le adelantó este diario el presidente del BCRA, Miguel Pesce.

Ámbito consultó a distintos analistas las posibilidades de cumplimiento de dicha meta y su impacto en la situación cambiaria. Claudio Caprarulo y Amílcar Collante coincidieron en que es posible acumular los u$s5.000 millones de reservas acordados gracias a los desembolsos de los organismos multilaterales. Sin embargo, mencionaron que para que el superávit comercial se vea reflejado en las reservas es necesario achicar la brecha cambiaria ya que genera una distorsión en las liquidaciones del comercio exterior.

Caprarulo, director de la consultora Analytica, sostuvo que la meta de reservas “en principio es posible, por los ingresos de organismos multilaterales”. Recordó que, según Guzmán, el Fondo Monetario devolverá los u$s4.400 millones que se pagaron por vencimientos de capital entre septiembre y enero últimos. Aunque su contabilización en la meta no está 100% confirmada. “Si a eso sumamos casi un punto del PBI extra de financiamiento que se anunció de otros organismos como el BID y el Banco Mundial, parece un objetivo realizable. Obviamente considerando que el cepo cambiario se mantiene”, agregó el economista.

Por su parte, Collante, economista de Cesur, señaló a la brecha cambiaria y al tipo de cambio oficial como puntos clave: “Es probable que se puedan acumular esas reservas. Para ello es necesario bajar la brecha, lo que se podrá hacer si se logra el acuerdo y, además, se logra que el tipo de cambio oficial se vuelva competitivo. De todas formas, aún falta la letra chica del acuerdo con detalles que tienen impacto significativo. Como que te devuelvan los DEG y eso contarlo como reservas líquidas o activar una parte del swap. Otra situación es que acumules el monto acordado comprando el superávit comercial, que a pesar de que este año fue muy alto, no se pudo comprar nada”.

Ambos analistas remarcaron a la brecha cambiaria como elemento de distorsión entre el superávit comercial y las reservas netas que pudo acumular el BCRA el año pasado. El superávit fue por un total de u$s14.750 millones, mientras que el incremento de reservas fue de u$s275 millones.

“La brecha cambiaria entre el dólar oficial y los dólares alternativos es de tal magnitud que distorsiona los resultados del comercio exterior, su liquidación y los dólares que realmente ingresan al balance del BCRA. En este sentido, a pesar de haber tenido los dos años anteriores superávits importantes, no se vieron reflejados en las reservas. Por otra parte, para acumular reservas es necesario tener un tipo de cambio competitivo. En 2021 la inflación estuvo mucho más arriba que el tipo de cambio y eso hace que se pierda competitividad”, dijo Collante.

Asimismo, Caprarulo sostuvo: “La clave es empezar a desarmar incentivos a dolarizarse, por ejemplo, importando más allá de lo que se necesita para los actuales niveles de producción. La solución es fácil, bajar la brecha cambiaria, despejar expectativas de un salto devaluatorio y reducir la inflación. Hacerlo es bastante más complejo y va a llevar tiempo, pero es un camino que hay que recorrer”.

En relación a la posibilidad del Gobierno de sostener el tipo de cambio real, los analistas dieron distintas respuestas. Caprarulo planteó que es factible, aunque aclaró que “la pregunta es cuáles son los costos”. En este sentido, agregó: “Mientras el gobierno logre firmar lo antes posible el acuerdo con el FMI e ingresen dólares financieros para obras de infraestructura de otros organismos va a poder sortear mejor las presiones sobre el tipo de cambio. Pero eso es solo el inicio del camino. Después, la política monetaria, fiscal y de ingresos tienen que acompañar para que las expectativas empiecen a revertirse. Aún estamos en un escenario muy complejo propio de una crisis de deuda externa que lleva ya cuatro años y que siempre estuvo acompañada por tasas elevadas de inflación y pobreza”.

Por su parte, Collante remarcó que el nivel de reservas netas es nulo y que “por eso siguen aumentando el cepo a los importadores”. Por eso consideró “difícil” que se mantenga estable el dólar en términos reales. Y concluyó: “Por el lado de la acumulación, también hay que tener en cuenta la estacionalidad, ya que los meses del segundo trimestre son más fuertes por la liquidación de los dólares del agro, que es lo que mayores divisas le da al país. Ahí el BCRA puede tener una posición compradora, pero casi siempre se revierte en el segundo semestre”.