Tras anunciar que cumplió la meta fiscal de 2018, el Gobierno arranca el ajuste para llegar al déficit cero.

17/01/19 Nota de prensa por Mariano Boettner para TN.

Economistas creen que la recesión complicará la meta de equilibrio presupuestario. Las retenciones y el recorte en la obra pública serán las claves.

El Gobierno anunció el último viernes que cumplió con el objetivo de déficit de las cuentas públicas de 2018 y anticipó cómo será este año, en el que tiene como norte y como mandato emanado del acuerdo con el FMI recortar a cero el rojo fiscal. Para ello necesitará hacer un fuerte ajuste del gasto y esperar que una buena cosecha aporte una generosa recaudación de retenciones. Para los economistas (incluso para el Fondo), la meta es muy ambiciosa y la recesión no ayudará porque hará reducir los ingresos del Estado.

El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne presentó el resultado de las cuentas fiscales de 2018 que terminó siendo de 2,4% del PBI, por lo que el déficit primario fue menor al objetivo de ajuste previsto, equivalente al 2,7% del Producto Bruto Interno.

El Gobierno logró llegar a su meta de déficit gracias al recorte de partidas del Presupuesto en algunos sectores. Los gastos del Estado, en términos generales, aumentaron hasta noviembre 22,4%. Como hasta ese mes la inflación fue de 48,5% interanual, esto significa que el gasto retrocedió en términos reales más de 26 puntos.

Los rubros en que más se notó el freno en el gasto público fue en lo que se llama gastos de capital, que está basado principalmente en los fondos con los que se realizan obras. Para el caso del transporte, el gasto se mantuvo estable de un año a otro, lo que implica que por efecto inflacionario el ajuste fue mayúsculo. Vivienda y las obras de agua potable y alcantarillado, directamente, tuvieron menos dinero que el año anterior.

Como los ingresos crecieron a un ritmo mayor que los gastos, más allá de que también se mantuvieron por debajo de la línea de suba de precios general, eso fue suficiente para ayudarle al Palacio de Hacienda a achicar la brecha fiscal.

El panorama será distinto para este año. El Presupuesto 2019 prevé que, cuando termine el año, el déficit deberá ser igual a cero. Esta fue una de las condiciones más relevantes incluidas en el segundo acuerdo firmado en septiembre con el Fondo Monetario, que a cambio aceptó ampliar el monto de asistencia financiera al Tesoro.

La meta del equilibrio fiscal será de por sí más trabajosa que la de 2018, no solo por el tamaño del déficit a eliminar sino porque la recesión económica implica un lastre para la ambición del ajuste definitivo. Según explican economistas consultados por TN.com.ar, las primeras proyecciones no son favorables para el Gobierno.

La consultora Analytica calculó que el déficit primario de este año estará lejos del cero y terminaría siendo de 1,1% del PBI, mientras que Management & Fit proyecta que el resultado fiscal sería negativo en 0,5% del PBI. En el Relevamiento de Expectativa del Mercado (REM) que elabora el Banco Central, del que participan unas 50 consultoras y bancos, expuso que el «consenso» es de un 0,3% del producto.

La complejidad de la misión de recorte que tendrá el Gobierno este año se puede analizar dividiendo el asunto entre dos variables: cómo evolucionarán los ingresos del Estado y cómo se aplicará la tijera en el gasto público.

Respecto a los ingresos, las claves serán las retenciones y la recesión que podría aplanar la recaudación del fisco. Para Lucía Pezzarini, economista de LCG, «la generalización del cobro de derechos de exportación y un volumen más grande de exportaciones ayuda bastante porque aporta una recaudación de 1,5% del PBI, ahí tendrías gran parte del trabajo hecho».

Matías Carugati, de Management & Fit, afirma en tanto que «el principal problema es que la recuperación económica sea insuficiente para empujar la recaudación al nivel presupuestado». Y que «también habrá que prestar atención a las exportaciones, ya que las retenciones son clave para alcanzar la meta fiscal».

Por el lado de los gastos, los recortes apuntados son a obras públicas y subsidios ya que una parte de los egresos están indexados a la inflación por ley y son más inflexibles a ajustes.

Como explica Rodrigo Álvarez, de Analytica, habrá «un aumento de prestaciones sociales superior a lo estipulado originalmente, por lo que habrá mayores gastos». Según dice, «esto se debe a que nuestro escenario la inflación y los salarios nominales crecen más rápido que en el Presupuesto, afectando todas las partidas sociales». Por lo tanto, apunta, el Gobierno deberá recortar aún más fuerte en otros ámbitos.

Pezzarini agrega, respecto al ajuste de gastos, que «la obra pública va a terminar en niveles muy bajos, en su menor nivel en 15 años» y sobre los subsidios, que «como los insumos de los servicios están dolarizados, no hay mucho margen para trasladar todo ese costo a la tarifa».

Considerando que el déficit cero es una de los condiciones «innegociables» del acuerdo con el FMI, Carugati considera que en caso de que el Gobierno no llegue a cumplirla «puede complicar los desembolsos desde el Fondo, aunque creo que, después de transpirar un poco, ambas partes se pondrán de acuerdo». Y aclara que «a nadie le conviene porque la Argentina aún no tiene acceso al mercado privado. Sin la plata del FMI queda un agujero en el programa financiero sin cubrir».

El propio organismo reconoció, en un documento reciente, que el tamaño del ajuste que debe hacer este año el Estado es uno de los más duros entre todos los programas firmados por naciones con situaciones similares a la argentina: «La consolidación fiscal propuesta es ambiciosa, se encuentra en el 5% superior de los ajustes fiscales logrados por una amplia muestra de países», definieron los técnicos del Fondo.