Dolarización: un debate caliente ante un peso que no deja de perder valor


Los economistas están divididos respecto de lo que parece una salida extrema que, sin embargo, gana adeptos ante el actual panorama monetario local

Por Carlos Manzoni

En medio de una inflación galopante, una emisión más alta de lo aconsejable, un déficit fiscal incontrolable y una economía que obliga a despreciar el peso para refugiarse en el dólar, surge lo que para algunos es la solución a todos los problemas y para otros es una medida que traería más consecuencias negativas que positivas: la dolarización, un concepto que enciende el debate.

En la Argentina, ¿dolarización sí o dolarización no? Esa es la cuestión. Como suele decirse, la biblioteca está dividida. LA NACION consultó a economistas de uno y otro lado de la vereda para conocer los argumentos a favor y en contra.

El economista e historiador Emilio Ocampo escribió, junto con el también economista Nicolás Cachanosky, el libro Dolarización. Una solución para la Argentina. Allí afirman que, acompañada de una profunda reforma bancaria y de la firma de tratados de libre comercio, la dolarización permitiría, entre otras cosas, escapar de la trampa del populismo. “Las tres preguntas claves son: por qué, cómo y cuándo. La más fácil de responder es la primera”, comenta.

En este sentido, Ocampo opina que hay buenas razones para que el Gobierno adopte el dólar como moneda de curso legal. “Para empezar, sólo implica reconocer oficialmente que la economía está de facto dolarizada. En segundo lugar, sería un gran igualador, ya que les daría a los sectores de ingresos medios y bajos la posibilidad de ahorrar y progresar que hoy solo tienen los más ricos. Tercero, solo una dolarización ofrece la esperanza de que regrese al país una parte de los ahorros argentinos que el populismo expulsó”, señala.

Ocampo critica a quienes creen que con un gran acuerdo político se pueden resolver los problemas estructurales y dicen que una dolarización sería tan innecesaria como dolorosa. “Desactivar la bomba que nos ha legado el populismo requiere de herramientas que la política económica convencional carece. Insistir con lo que fracasó es una necedad”, remarca. Y agrega: “La dolarización es el único mecanismo que, al generar credibilidad, ofrece esperanzas de que un programa de reformas pueda completarse con éxito”.

Al mirar el caso más cercano de dolarización que hay en la región, Ocampo observa que la experiencia de Ecuador encierra valiosas lecciones: 1) no se necesitan condiciones ideales para dolarizar; 2) sus principales beneficiarios son los sectores de ingresos medios y bajos; 3) no elimina el riesgo de populismo, pero reduce su costo; 4) no aumenta la vulnerabilidad macroeconómica ni somete a la economía a los vaivenes de la política monetaria norteamericana (ya somos vulnerables con moneda propia), y 5) no “primariza” la economía sino que contribuye a diversificar la composición y el destino de las exportaciones.

El economista Alfredo Romano expresa su opinión ya desde el título de su último libro: Dolarizar. Un camino hacia la estabilidad económica. Afirma que en la Argentina hay una asimetría de poder entre la política y la ciudadanía que la dolarización permitiría equilibrar. “Por ejemplo, se limitaría definitivamente la emisión monetaria descontrolada, que ha sido un cheque en blanco de la política para financiar gasto público y condenar a cada vez más argentinos a la dependencia del Estado Nacional”, indica.

Por otro lado, la dolarización vendría a democratizar la moneda. “Hoy los pesos son de los sectores más vulnerables de la sociedad, mientras que aquel que tiene alguna capacidad de ahorro, lo hace comprando dólares. Con la dolarización esta diferenciación se termina y todos los argentinos van a poder convivir con una moneda estable, sin pérdida de valor diaria”, dice Romano.

Finalmente, la dolarización representaría un cambio de paradigma económico. “Los argentinos tienen un PBI ahorrado en dólares, que ningún gobierno ha logrado hacer derramar en la economía real –señala el economista–. La principal razón es la inestabilidad que genera una economía indisciplinada, desequilibrada y bimonetaria. La dolarización elimina esa volatilidad extrema y genera condiciones de estabilidad para que en el mediano y largo plazo haya inversión en los sectores productivos y crecimiento sostenido”.

Por su parte, Nicolás Cachanosky opina que, sin una moneda sana, no hay economía que funcione. “La incapacidad de tener una moneda estable implica la incapacidad de tener una economía que, a largo plazo, se desarrolle, en lugar de ir de crisis en crisis. Si no se soluciona el problema monetario, no hay plan económico ni súper ministro que pueda poner orden a la economía del país”.

El desafío fundamental que enfrenta todo programa de estabilización monetaria, a su entender, es generar credibilidad, algo que, dado el nivel actual de anomia institucional en el país, es casi imposible. Y es en este punto donde inicia su defensa de la dolarización, porque su credibilidad, a diferencia de otros planes de estabilización monetaria, depende menos de la voluntad política. “Es más fácil para un gobierno salirse de una convertibilidad con el real o restringir la competencia del dólar con el peso que quitarle a la gente sus dólares”, subraya.

Una ventaja adicional que ve Cachanosky en la dolarización es que no implica imponerle una nueva moneda al mercado, porque éste ya eligió el dólar. “Una dolarización es aceptar que el mercado ya se dolarizó. Intentar mantener el peso, adoptar el real o crear una nueva moneda regional requiere superar el difícil desafío de que la gente abandone el dólar a cambio de una moneda que no quiere. Estos modelos pueden funcionar bien en la teoría, pero no son factibles en la realidad”.

La otra vereda

En la vereda de enfrente, entre los que opinan en contra de la dolarización se destaca Ricardo Delgado, economista y presidente de Analytica Consultora: “La dolarización como salida es magia, y la magia no existe”, afirma, contundente.

Delgado se pregunta: “¿De qué se habla cuando se habla de dolarización?”. Y se responde: “Usar el dólar como única moneda está entre las posiciones extremas”. En su opinión, la dolarización ya existe de facto en las conductas cotidianas. “Los argentinos atesoran dólares desde siempre, en cuentas en el exterior, declaradas o no, en cajas de seguridad, en el colchón, pero muy poco en el sistema financiero local. La proporción, según cifras oficiales, es de 12 a 1. Esa es la magnitud de la desconfianza y de la memoria de las confiscaciones de depósitos [1989 y 2001]. Se usan dólares para comprar inmuebles, automóviles, para negociar alquileres, para formar precios y márgenes de rentabilidad. Una economía bimonetaria en los hechos”, enfatiza el economista.

Delgado repasa otras experiencias de dolarización que se han dado en el mundo. Señala que no más de 25 países se dolarizaron (del este europeo, africanos, algunos asiáticos, latinoamericanos), muchos de los cuales ya tomaron el camino inverso, el de la desdolarización, algunos exitosamente (Bolivia y Perú), otros en forma parcial (Uruguay y Costa Rica). Ecuador y El Salvador siguen oficialmente dolarizados, precisa.

Ahora bien, la pregunta relevante es qué resolvería una dolarización completa en una economía como la argentina. Para Delgado, “existe suficiente evidencia contraria a estos experimentos, desde la pérdida obvia de soberanía monetaria y la mayor fragilidad fiscal (por la pérdida del señoreaje) hasta una menor protección ante los impactos de las crisis externas, la adopción de la productividad norteamericana como patrón de especialización industrial y una mayor variabilidad en el crecimiento económico, por citar algunas”.

Delgado relata que en los países (“siempre pequeños”) donde el dólar se adoptó como moneda, siguió habiendo inflación y el costo financiero, si bien cayó, no alcanzó las tasas de los Estados Unidos. Para él, el nudo es cómo estabilizar esta macro, los desequilibrios fiscales y monetarios, y coordinar una secuencia creíble de políticas. “Las soluciones a estos crónicos conflictos no deben buscarse en los bordes del sistema, en los atajos, en la magia”, concluye.

Tampoco el economista Esteban Domecq, fundador y presidente de Invecq Consulting, simpatiza con la idea de una dolarización de la economía local. Aunque a renglón seguido señala que, como todo régimen cambiario, tiene ventajas y desventajas.

“Por el lado de las ventajas, elimina inmediatamente la inflación, termina con la incertidumbre cambiaria, reduce los costos de transacción y disminuye el costo financiero. Por el lado de las desventajas, se pierde autonomía monetaria: sin el manejo del tipo de cambio como amortiguador de shocks externos, sin el manejo de la tasa de interés para políticas anticíclicas y sin prestamista de última instancia”, detalla el economista.

Así, advierte Domecq, la economía sería mucho más vulnerable a eventos externos y podría tener serios problemas de competitividad al competir con economías con moneda propia que flota libremente. “Antes de dolarizar hay un paso previo superador que tiene que ver con reformar la Carta Orgánica del BCRA, dotándolo de absoluta independencia y eliminando la dominancia fiscal del Tesoro Nacional”, subraya.

Martín Tetaz, economista y diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cargo al que fue electo por Juntos por el Cambio, dice que celebra que se discuta un tema como el de la dolarización para resolver el principal problema que tiene hoy el país, la inflación y la falta de moneda, pero explica las razones por las que, para él, no es la opción más conveniente.

El primer problema para Tetaz es que la zona del dólar no es el área monetaria óptima de la Argentina, a diferencia de lo que pasa con Ecuador y El Salvador, donde su ciclo está muy correlacionado con Estados Unidos. “En el caso nuestro la actividad económica más importante es con Brasil y nuestro ciclo correlaciona más con el de este país. Por eso la dolarización no es una buena opción para nosotros”, explica.

Según analiza Tetaz, la dolarización no puede dar respuesta a qué pasaría si la Argentina se atrasa en términos de productividad de manera sistemática contra el área del euro, una vez que se dolariza. “Es más probable que nosotros nos alineemos en términos de evolución de nuestra productividad con Brasil que con Estados Unidos. Porque con el paso de los años podemos ir acumulando un diferencial negativo en evolución de productividad que nos convierta en un país con una moneda cada vez más apreciada y nos complique las cosas”, afirma.

En segundo lugar, destaca, la dolarización no resuelve el interrogante que se abre en el caso de que devalúe Brasil. “En enero de 1999, nosotros teníamos una cuasidolarización que era la Convertibilidad, que fue a parar al tacho cuando devaluó nuestro vecino. Subió 500 puntos el riesgo país, hubo una salida masiva de capitales y las empresas se relocalizaron en Brasil. Eso generó una recesión que explotó en 2002 y que se podría haber evitado si hubiéramos hecho la Convertibilidad con el real en lugar de con el dólar”.

Tetaz desgrana una última razón, que es la política. “Tanto en la Argentina como en Brasil hay más volumen político a favor de ir al real que de ir a la dolarización. Hay un consenso político formidable que hay que aprovechar, y que no existe en torno de la dolarización”.

El economista Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico de la Consultora Equilibra, comenta que el debate sobre la dolarización se genera cuando hay una situación muy compleja con el peso, que no funciona como unidad de cuenta ni reserva de valor (y, en muchos casos, ni siquiera como medio de cambio).

Sigaut Gravina señala dos inconvenientes que podrían surgir a la hora de dolarizar. “Con tan pocas reservas habría que fijar un tipo de cambio altísimo. Además, como hay muchos dólares en el colchón, si esos dólares aparecieran en un contexto más estable, habría inflación en dólares, que también es complejo de administrar. Por eso, hoy no están dadas las circunstancias como para dolarizar a un tipo de cambio razonable”, opina.

El debate sobre la dolarización seguirá encendido en la Argentina, un país que parece no aprender de sus errores y cae una y otra vez en los mismos problemas económicos, esos que deterioran el peso a tal extremo que se empieza a dudar de si vale la pena o no su existencia.

Ricardo Delgado: «El equipo económico navega en aguas turbulentas»


El economista habló en Modo Fontevecchia y expresó que «ya no hay ni semanas ni meses para que llegan las soluciones». Además, sugirió que «el secretario de Hacienda me parece una buena elección» para viceministro de Economía. Mirá la entrevista completa.

El economista habló en Modo Fontevecchia y expresó que «ya no hay ni semanas ni meses para que llegan las soluciones». Además, sugirió que «el secretario de Hacienda me parece una buena elección» para viceministro de Economía. Mirá la entrevista completa.

¿Sergio Massa está en altamar o tiene alguna posibilidad de llegar a buen puerto?

El equipo económico navega en aguas turbulentas. Hay días, ya no hay ni semanas ni meses para que llegan las soluciones.

El planteo fiscal y monetario que el nuevo ministro puso sobre la mesa me parece que es razonable, lógico y consistente. Si el Banco Central pierde entre 80 o 90 y hasta 150 millones de dólares diarios dadas las reservas netas que hasta esta altura están en los 1500 millones de dólares, números más, números menos.

Hoy hay dos noticias que valen ser puestas sobre la mesa y una es que el presidente del Banco Central planteó que está usando el swap de China que es parte de las reservas brutas. Evidentemente el Gobierno las estaba utilizando para paliar esta escasez de divisas que tenemos y que particularmente afecta a los sectores productivos que hoy tienen grandes dificultades para poder acceder al sector comercial y comprar sus insumos: materias primas y piezas que necesitaban para generar los productos.

Por otro lado, el ministro de Agricultura planteó que por el momento no van a haber aumento de retenciones, algo que indica que es un claro mensaje para la Mesa de Enlace con quien también el equipo económico piensa reunirse en breve. Esto debería ser urgente para tratar de aliviar la condición de las reservas y tratar de que los productores en particular logren liquidar parte de la soja retenida en las silobolsas.

¿Tiene una relación virtuosa o viciosa que mientras el dólar oficial el Banco Central no para de vender dólares al mismo tiempo y que el dólar paralelo siga bajando?

Son mercados diferentes. Hay uno que está operando por expectativas y están en un modo de esperar y ver. Los dólares financieros, contados con liqui y el blue están viendo cómo desarrollan el mundo de la captación potencial de los dólares comerciales para ver qué hacen. ¿Por qué? Porque son mercados que se mueven por decisiones de cartera de aquellos que tienen pesos excedentes, sobre todo, las tesorerías de las compañías.

En junio y julio vivimos, antes de la llegada de Massa, la corrida más corta, pero profunda e intensa de las gestión de Alberto Fernández. Se duplicó la brecha entre el oficial y los dólares financieros. Hubo días en el que el contado con liqui movió casi 400 millones de dólares diarios cuando en promedio venía moviendo entre 80 y 120 millones diarios.

Además, había poca necesidad de vender porque eran mercados en donde una vez en la que se desató la corrida todos querían comprar. Dicho esto, ese Estado sigue en la Argentina esperando que finalmente en el mundo de los dólares comerciales pasen cosas que todavía, como decían ustedes al comienzo, todavía no están pasando.

¿Cuál es tu relación con Massa? ¿Quién creés que va a ser viceministro de Economía? ¿Existe la posibilidad de que lo seas vos mismo?

Con él tengo una relación de diálogo esporádico, pero cordial. No integro los equipos económicos ni técnicos del Frente Renovador. La verdad que creo que es muy importante que el Gobierno rápidamente consiga un buen economista y alguien que pueda de alguna manera pensar los números de manera integral y consistente.

Hay buenos funcionarios. El secretario de Hacienda me parece una buena elección porque conoce mucho los números fiscales y es necesario tener a alguien allí que conozca la botonera. 

Está faltando esa visión macro en esta emergencia financiera, porque lo estamos, a pesar de esta cierta calma en los mercados del contado con liqui y blue que de alguna manera puede cambiar de un día para otro atendiendo a esta pérdida de reservas diarias del Banco Central.

Ajuste, dólar y reservas: las ventajas y las restricciones del plan «realista» de Sergio Massa


El nuevo ministro abrió su gestión con una serie de medidas que privilegian la búsqueda de orden fiscal en un marco de alta tensión política y financiera

Por Ricardo Delgado

El paquete de medidas anunciadas el miércoles por Sergio Massa luce como una profundización de las políticas de Martín Guzmán y hasta como una ratificación de los principios fiscales y monetarios esbozados por Silvina Batakis. La diferencia, sustancial, con ambas experiencias fallidas es que ahora se presume habrá una mayor coordinación en las decisiones y una línea de conducción única, activos centrales para enfrentar los desequilibrios macro. Aquí, una primera lectura de algunos de los anuncios.

En línea con lo planteado por la efímera ministra, la ratificación de la meta del 2,5% del PIB para el déficit primario establecido en el acuerdo con el FMI y la decisión de no utilizar adelantos del BCRA al Tesoro implicarán la necesidad de un fuerte ajuste del gasto primario hasta fin de año.

La apuesta es hacerlo a través de una quita en los subsidios al gas, la electricidad y el agua mayor a la prevista (penalizando los consumos superiores a determinados límites, incluso para aquellos que solicitaron continuar con ellos) de forma de minimizar los recortes en otras partidas, como la obra pública o las transferencias a provincias. La gestión de estas herramientas (implementación eficiente, secuencias, precisión, comunicación) y de estos recortes será uno de los mayores desafíos de la era Massa.

Massa dejó en claro, aunque implícitamente, que habrá un comando centralizado del gasto y los recursos, incluyendo las cajas excedentarias de la ANSES, el PAMI y la pléyade de fondos fiduciarios en áreas descentralizadas de la administración central. Una parte de estos fideicomisos son programas de crédito (Procrear, Fondear, etc.) usualmente con liquidez excedente que habilitarían la colocación de letras del Tesoro para financiar el gasto primario. La idea de la «caja única» es el sueño de todo tesorero que pasa por el Estado y su implementación, un imposible hasta ahora. Otro desafío para el superministro.

Las reservas y el precio del dólar, claves de la nueva era

Por el momento, aparecen escasas precisiones respecto de cómo incentivar el ingreso de dólares a las reservas Banco Central. En principio, el nuevo ministro indicó que habría compromisos de la pesca, la minería y por supuesto el agro, por los que en los próximos 60 días ingresarían unos 5.000 millones de dólares, pero bajo mecanismos aún desconocidos. En tanto, las perspectivas de desembolsos de organismos multilaterales (por unos u$s2.000 millones) y líneas REPO de bancos internacionales y fondos soberanos (unos u$s2.500 millones, se comenta) están en agenda, pero inciertas también.

Fue naturalmente esquivo, por lógica, para referirse al tipo de cambio y la brecha. Sólo planteó que una devaluación de shock provocaría más pobreza y transferiría ingresos. Devaluar sin plan no resuelve nada. Además, ningún ministro anuncia una devaluación, la hace. Pero antes, trata de reforzar la caja en dólares y trata de ordenar el mercado de pesos.Massa deberá impulsar un ajuste sin que vuelva a estallar la interna en el oficialismo.

En tal sentido, el anunciado canje voluntario de deuda que finaliza el próximo martes permitiría desinflar las presiones de los excedentes monetarios sobre los dólares financieros en los próximos meses, con vencimientos muy abultados. La emergencia financiera, luego de una corrida muy intensa y profunda, exige ordenar prioritariamente el mercado de pesos para descomprimir las expectativas devaluatorias a estos niveles de brecha.

Contener a los trabajadores privados y aplacar la interna

Massa, como el político de raza que es, hizo una apelación a recomponer los ingresos de los trabajadores privados ante la aceleración inflacionaria, convocando a la UIA y a la CGT. Con un pequeño detalle: se refirió a «asegurar un mecanismo» y a «mejorar las asignaciones familiares», no a reabrir paritarias. Probablemente, haya una suma fija para los salarios más bajos, algo que con Cristina Kirchner ya hicieron en las cámaras parlamentarias. Esta señal es relevante porque así se lograría evitar una nueva ronda de negociaciones salariales mirando la inflación pasada que realimentaría un proceso inflacionario al borde de los tres dígitos.

El realismo de Sergio Massa y, en particular, su esperada habilidad para ordenar la interna oficialista, son activos necesarios en este cuadro de crisis en proceso. La capacidad y la rapidez de implementación de las medidas anunciadas, ante mercados expectantes y altamente inestables, sus principales restricciones.

Obstáculos, vacíos y riesgos, el campo minado que espera a Sergio Massa en la economía


Mientras el futuro ministro examina estrategias con el dólar, espera al martes para hacer el anuncio completo de su equipo y La Cámpora sigue al acecho.

Por Ezequiel Burgos

El mercado no espera una devaluación inmediata. No al menos para este miércoles, día en el que Sergio Massa anunciará las medidas que trabajó ayer y en las próximas horas terminará de repasar.

Los inversores hablan, en todo caso, de un salto devaluatorio para más adelante, “en las próximas semanas” pone por ejemplo el banco JP Morgan en un informe para sus clientes de las últimas horas. Ayer Massa habló de un plan para los primeros diez días. ¿Ocurrirá ahí el desdoblamiento o ‘el salto’?

Bank of America y la consultora Eco Go, por su parte, coinciden en que un desdoblamiento formal del tipo de cambio sería mejor alternativa a una devaluación hoy. La secuencia sería así: primero desdoblar, dar un tiempo para engrosar las reservas (las netas serían menos de US$ 2.000 millones), y luego devaluar.

Todo esto, por supuesto, acompañado de anuncios fiscales y una suba de la tasa de interés.

Días atrás, antes de que se fuera Silvina Batakis, hubo directores en el BCRA a favor de desdoblar. Miguel Pesce se opuso en una reunión de directorio que duró más de tres horas. Argumentó que ello sería abrir la puerta a una ulterior devaluación.

¿Sostendrá lo mismo todavía?

Sergio Massa busca sellar su injerencia en el banco. Fue lo que Martín Guzmán planteó a Alberto Fernández aquel jueves antes de irse y no consiguió. Massa pudo. Como su sucesor, Guzmán estaba a favor de desdoblar. Pesce también lo frenó.

¿Massa terminará haciendo lo que intentó su antecesor?

El nuevo ministro llenará casilleros en el banco. Llevaría a una persona para el cargo de alguno de los dos vicepresidentes, Sergio Woyecheszen y Jorge Carrera. Ambos llegaron de la mano de Miguel Pesce.

Se habla de Lisandro Cleri para una silla importante. ¿Será la de Woyecheszen o la de Carrera?

Cleri trabajó en el FGS de la ANSeS con Martín Guzmán y Diego Bossio. Y uno de los directores actuales, Pablo Manuel Carreras Mayer, un joven economista solvente y ex Cippec que reemplazó a Diego Baustourre semanas atrás, llegó al banco bajo su recomendación. Massa apuesta a formar su círculo de confianza en el banco.

“Estamos trabajando en forma remota hoy sábado”, confirmó ayer un hombre del banco y que admite hay contactos con el nuevo ministro. Hoy domingo podría haber una reunión incluso, de cara a la presentación de los nombres mañana. “No podemos decir nada”, respondió esta persona.

Anunciar una corrección del dólar para esta semana no es lo que está esperando el mercado.

“El salto devaluatorio para comprimir la brecha cambiaria no forma parte de las herramientas que el Gobierno estaría dispuesto a usar”, dice un informe de ayer de Eco Go. “Incipientemente surge una estrategia de desdoblamiento informal”.

El BCRA creó esta semana un régimen especial para la soja que mejora el precio para el productor un 13% en dólar MEP y garantiza una cobertura gratis por el 70% de la venta.

“Con este inflación y brecha cambiaria, convalidar una devaluación resulta prohibido por la política, creemos”, dice Sebastián Menescaldi, economista y director de Eco Go. “Puede haber algo intermedio hasta acomodar las variables”.

“Nuestra mirada es que debería haber una devaluación pero dado que el Gobierno se resiste -arranca diciendo el trabajo de Bank of America-, pensamos que un desdoblamiento formal sería mucho mejor que poner controles a las importaciones”.

JP Morgan, Bank of America y Eco Go coinciden que más allá de la secuencia con el tipo de cambio, la clave es que se anuncie un plan de estabilización que reduzca la brecha, la tasa y sincere el sistema de precios.

“Un esfuerzo para estabilizar se requiere para prevenir una aceleración inflacionaria mayor”, dice JP Morgan.

Las tasas de interés aumentaron y achicaron la distancia con la inflación. También permitió recomponer la caja del Tesoro porque el Gobierno logró captar más pesos del mercado de los vencimientos que enfrentaba. Pero como el ritmo al que los precios suben se acelera, también debe hacer lo mismo al ajuste de las tasas.

Massa enfrentará, sólo en septiembre, un billón de pesos en vencimientos de la deuda local. La buena noticia es que la mayor parte de esas tenencias está en mano del sector público.

Todo indica que el ministro no tendría inconvenientes en cumplir las metas fiscal, financiamiento monetario y de acumulación de reservas de junio. Eso significa que tendrá acceso al desembolso del FMI de unos US$ 4.100 millones para septiembre.

Sin embargo, las del segundo semestre lucen más difícil, especialmente las de las reservas. Si no se baja la brecha la demanda de dólares no cederá y será difícil reunir dólares aún carry trade. Pesce sólo compró US$ 460 millones desde que arrancó el programa con el FMI pese a que el banco liquidó US$ 15.000 millones. ¿Por qué Pesce tendría razón que compraría dólares después de agosto cuando el agro liquide un stock similar si no logra bajar la brecha?

Un economista que conoce a Massa dice que el nuevo ministro enfrentó inconvenientes para formar su equipo. De un grupo de economistas que invitó a un asado hace dos meses (Martín Redrado, Marco Lavagna, Miguel Peirano, Lisandro Cleri, Diego Bossio y Martín Rapetti), “sólo uno estaría hasta hoy a su lado”, comenta uno de los presentes. Ese sería Cleri. El resto, por el momento, no estaría in. Al menos por ahora. ¿Y Emmanuel Alvarez Agis? ¿Irá Matías Tombolini?

“Será importante saber los nombres”, dice Ricardo Delgado, director de Analytica y economista que acompañó a Massa en el FR diez años atrás. Delgado pondera un rasgo del nuevo ministro. “Su vínculo con la oposición, empresas y sindicatos”.

Los que sí están in son Federico Basualdo y Federico Bernal. Basualdo seguirá dentro de la órbita del ministerio. Algunos de los que no acompañarían a Massa quieren ver si la vicepresidente va a su asunción. “Sería un gesto en estos diez días”, dicen.