Ricardo Delgado: «Es muy probable que tengamos 10 puntos más de inflación este año»


El economista habló en Radio Perfil sobre el estancamiento de la economía y de su productividad. Además, planteó cuál será el porcentaje de inflación.

El economista Ricardo Delgado fue entrevistado por Jorge Fontevecchia para Radio Perfil, y analizó la actualidad de la situación económica en Argentina, y el panorama que puede presentar con las próximas elecciones.

F: Quiero hacerle una pregunta recurrente que vengo haciendo a distintos economistas y actores políticos, que tiene que ver con el escenario electoral en materia económica, partiendo de la repetida explicación de que las controversias internas en el Frente de Todos se dan porque hay dos diagnósticos diferentes: los que creen que la situación va a ir mejorando, y los sectores más radicalizados del kirchnerismo que piensan que se va a llegar peor y que las posibilidad electorales del Frente son bajas. ¿Cómo ve el escenario económico para los próximos catorce meses?

D: Pensar catorce meses en la economía de Argentina es pensar a largo plazo, así que vamos a tratar de plantear un escenario más cercano: por un lado, está la parte coyuntural, que tiene que ver con un panorama internacional todavía incierto, actuando muy fuerte sobre los precios de la commodities, y eso tiene un impacto obvio en el corto plazo de nuestrainflación, y por ese efecto es muy probable que tengamos 10 puntos más de inflación para este añoentre 50 y 60 por ciento para ponerlo en números redondos. Por otro lado, hay que ver cómo puede impactar esto en términos de mejora en la balanza comercial, por la posibilidad de generar dólares comerciales y las exportaciones que, según nuestros cálculos, Argentina estaría en condiciones de generar este año alrededor de cinco mil millones de dólares más de saldo comercial, y eso podría fortalecer las reservas del Banco Central y aliviaría en estos meses la posibilidad de hacerse de dólares para poder importar y producir en Argentina y no detener el proceso de crecimiento. Dicho esto, venimos de un estancamiento de la economía argentina y de su productividad, porque son los mismos de hace una década atrás, y eso limita e impide mucho la posibilidad de crecer, mientras la inflación corta la posibilidad de consumo.

F: Desde el punto de vista electoral, usted cree que el gobierno va a llegar entonces con un país que va a tener una inflación alta, sin explosión, y con cierto grado de crecimiento. ¿Ese es un escenario electoral más cercano a la visión del ministro de Economía, Marín Guzmán, que de la vicepresidente, Cristina Kirchner?

D: Venimos de dos explosiones importantes en 2018 y 2019, luego el cepo que también restringe posibilidades de una corrida bancaria detrás y, claramente, la posibilidad de ese escenario de aletargamiento económico de cara a las elecciones, a mi juicio, es el más probable. Por supuesto, con niveles de inflación muy complejos que dificultan las posibilidades para la elección.

Alberto Fernández y Martín Guzmán

F: Usted dice que por la guerra entre Rusia y Ucrania se puede agregar un 10% de inflación para Argentina, un aumento en el precio de las importaciones de energía, ahora, desde el punto de vista estructural, ¿Cree que el aumento de los precios de las commodities, cuando termine la guerra, van a bajar o se van a quedar en precios más altos? ¿Y eso termina siendo más beneficioso o perjudicial en el mediano plazo?

D: Siempre un mundo en donde el precio de las commodities están altos favorece a la Argentina. Después de la salida de la convertibilidad, tuvimos un primer gran ciclo de commodities, que alentó fuertemente el crecimiento, después de una dramática caída ente 2001 y 2002. Dicho esto, me da la impresión que, probablemente, cuando se resuelva la situación bélica, y ojalá que sea pronto, haya cierta desaceleración de los niveles de los precios de commodities, pero no veo niveles de precios como los que tuvimos entre 2016, 2017 y 2018. Me da la impresión que este escenario le da chances a una economía como la nuestra para tener un saldo comercial importante. Pero hay otro problema, y es cuál es el nivel de dólares necesario para poder sostener procesos medianamente estables de crecimiento.

F: Imaginemos que en ese contexto que usted plantea del año próximo, sin estallido, pero tampoco muy alentador, gana la oposición y tiene que gobernar a partir del 2023. Cuando usted escucha las diferencias entre Gerardo Morales y Martín Tetaz, y lo mismo pasa entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta, ¿Cómo se imagina que podría ser un programa económico de Juntos por el Cambio unificado en materia económica?

D: Mi primera reflexión es que, gane quien gane las próximas elecciones, se va a necesitar un gran acuerdo de puntos básicos, porque vamos a tener que sentarnos de nuevo con el Fondo Monetario Internacional a revisar las metas, tenemos que discutir con los bonistas privados, el Fondo va a seguir siendo gran protagonista de la economía en Argentina, y el estancamiento de la productividad impide hoy que se pueda sostener un proceso de crecimiento más estable. Dicho esto, creo que los problemas económicos se resuelven desde la política e incluyendo al sector privado, sin soluciones mágicas, como cerrar el Banco Central, porque los problemas son muy complejos y están entrelazados, y van más allá de quién gane en el 2023.

¿Nace viejo el acuerdo con el FMI?: la disputa política en el Gobierno y la invasión a Ucrania complicarán el cumplimiento de las metas


El Gobierno apuesta a que el directorio lo debata la semana próxima; el FMI enfatizó la importancia de la unidad política para que sea exitoso y varios consultores advierten que el contexto dificultará su avance

Por Martín Kanenguiser

Las crecientes peleas internas en el oficialismo y el endurecimiento de las condiciones externas por la invasión rusa complicarán el cumplimiento del programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que se debatirá el viernes 25 en el directorio.

Así, el próximo viernes será la fecha en la que el directorio que lidera Kristalina Georgieva debata –y seguramente convalide– el acuerdo técnico que este jueves fue sancionado por el Senado Nacional, en una sesión que confirmó la ruptura dentro del Frente de Todos en torno al FMI. En Washington no se confirmó el día, aunque aclararon que el board puede ser convocado de urgencia.

Las mayores dudas de Washington y de los analistas en Buenos Aires pasan por el “ownership” del programa

Cabe recordar que entre lunes y martes el Gobierno debería pagar unos USD 2.800 millones por el stand by contraído durante el gobierno de Mauricio Macri y el ministro Martín Guzmán aclaró que no están los recursos para cumplir con esos vencimientos. El FMI explicó este sábado que esa postergación no implicará que el país entre en atrasos.

Sin duda, tras la aprobación en el directorio –que no estará exenta ni de quejas de algunos directores ni de una aclaración de los riesgos que genera el nuevo programa– el Gobierno tendrá un fuerte alivio financiero inicial por el giro de casi USD 7.000 millones netos del mencionado vencimiento de la semana próxima.Los desembolsos y pagos al FMI
Fuente: ACM en base a cifras oficialesLos desembolsos y pagos al FMI Fuente: ACM en base a cifras oficiales

Sin embargo, las mayores dudas de Washington y de los analistas en Buenos Aires pasan por el “ownership” del programa, subrayado este jueves por el vocero del FMI, Gerry Rice.

El funcionario dijo que es clave que el acuerdo tenga un amplio apoyo político interno en la Argentina para que sea exitoso, cuando se le preguntó por la disputa abierta entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidente Cristina Kirchner en torno de esta cuestión.

Y aunque algunos analistas crean que esta división política es artificial y busca lograr un mejor posicionamiento frente a las elecciones del 2023, hasta entonces el Gobierno deberá atravesar un complejo panorama y cumplir con metas trimestrales si no quiere caer en default, lo que requiere focalizarse una importante energía en la gestión.

En este sentido, los rumores que volvieron a poner en duda la continuidad del ministro Guzmán dejan de lado dos cuestiones:

– Tal como se observa claramente en los cruces verbales de estas últimas semanas,la raíz del problema dentro del Gobierno es política y la solución no parece ser cambiar a un funcionario para “recrear expectativas” cuando la cuestión de fondo es de debilidad institucional.Proyecciones con el FMI (Fuente: ACM en base a cifras oficiales)Proyecciones con el FMI (Fuente: ACM en base a cifras oficiales)

– Aunque siempre hay economistas que quieren asumir como ministros, resulta difícil pensar en alguien de prestigio y con capacidad para torcer el rumbo actual con los líderes de la coalición oficialista peleados entre sí y, además, sujeto a las exigencias del nuevo acuerdo con el FMI. “Cuando hay un programa con el FMI, prácticamente te convertís en un secretario de Hacienda sin ningún poder de decisión”, comentó un ex funcionario con experiencia en el tema.

El otro inconveniente es el impacto de la suba de los precios de las materias primas sobre el crecimiento económico, la inflación, las cuentas fiscales y externas, tal como admitieron el Gobierno y el FMI. Al respecto, Rice aclaró que el staff está al tanto de esta contingencia, que seguramente formará parte de las discusiones en torno de la primera revisión del acuerdo, planteada para junio próximo.

Sin embargo, el CEO del HSBC para Argentina & CEO LAM sur, Juan Marotta, destacó los pasos registrados. “En momentos de alta inestabilidad a nivel mundial, toda señal de ordenamiento en el plano financiero es auspiciosa. Al alcanzar un acuerdo de facilidades extendidas con el FMI, la Argentina evita un evento de incumplimiento de pagos, que hubiera ocasionado un mayor estrés financiero para todos los actores económicos del país. El acuerdo ayuda también a reducir presiones cambiarias y permite plantear las bases para definir un sendero de crecimiento con mayor previsibilidad para el mediano plazo”, dijo.

La advertencia de los analistas

En cambio, varios expertos locales advirtieron acerca de las dificultades para cumplir con el acuerdo, en diversos informes que circularon esta semana entre los empresarios.

La alta inflación erosionará con intensidad el poder adquisitivo de gran parte de la población, cuando el gobierno se apresta a aplicar un programa de ajuste acordado con el FMI (Abeceb)

Por un lado la consultora de Dante Sica, Abeceb, señaló en un informe para sus clientes denominado “A la guerra con riesgos de estanflación” que habrá inconvenientes para cumplir dado que “el FMI anunció que reducirá sus proyecciones de crecimiento mundial y que, además, la inflación se va a mantener alta debido al incremento del precio de la energía y de los alimentos que disparó la invasión rusa a Ucrania”.

“Se trata de un aumento de precios que se origina en empuje de costos y no en un boom de demanda. Es la peor combinación: presiones recesivas más inflación”, señalaron desde Abeceb.

“La inflación argentina de febrero fue del 4,7% y se espera algo similar o mayor en marzo. Esto erosionará con intensidad el poder adquisitivo de gran parte de la población, cuando el gobierno se apresta a aplicar un programa de ajuste acordado con el FMI”, se indicó.Dante Sica Dante Sica

Se trata de “un escenario con amenaza de estanflación como en el resto del mundo, pero con dos diferencias: las cifras de inflación y desempleo vienen aumentadas y el gobierno cuenta con menos instrumentos para manejar desequilibrios por ausencia de un Banco Central creíble y de acceso al crédito”.

De este modo, por la suba de commodities más la alta inflación, se registrará una “vejez prematura de las metas con el FMI”.

“Una aceleración de la inflación liderada por alimentos y energía es difícil de procesar políticamente. Hasta el FMI advirtió sobre probables conflictos sociales en su último comunicado. Aquí el precio de los alimentos subió 15.9% el último trimestre y los aumentos en combustibles van a impactar en marzo”

“La inflación desactualiza las metas con el FMI, particularmente las de financiamiento monetario del déficit. Si esas metas son nominales fijas –como figura en el Memorandum– la oferta de dinero y crédito se contraerá más, alimentando las fuerzas recesivas. Para compensar se podrían ‘desarmar’ Leliqs, pero nada se dijo. En cambio, si la meta es en términos del PBI, como dijo Guzmán, la oferta de dinero sube con el PBI nominal, convalidando pasivamente la inflación. Es difícil formar expectativas así”.

De los criterios para cumplir con las metas, los fiscales son los que presentan mayores desafíos, tanto por las fuertes subas de los precios de la energía importada como por las condicionalidades del propio acuerdo (Analytica)

“Si la meta de financiamiento monetario del déficit es fija, y el déficit fiscal sube en términos nominales por la inflación, mayor tendrá que ser la colocación de deuda en pesos. Como alrededor del 80% está indexada, se potencia el efecto ‘bola de nieve’ y, además, el sector público desplaza al sector privado del crédito. Además, el FMI quiere tasas de interés reales positivas, lo que potencia las fuerzas recesivas”.

“La meta fiscal acordada sufre el embate del incremento en el precio de la energía. Según los cálculos de Abeceb los subsidios energéticos subirían 0.6% del PBI aun con los aumentos ya acordados y no bajarán 0,6% como dice el Memorandum”.

“El acuerdo dice que se mantendrá el tipo de cambio real. Y si bien hay chances de que el gobierno pueda devaluar algo menos que la inflación sin perder competitividad (considerando la dinámica esperada de la inflación global y las monedas de nuestros socios comerciales), siempre está latente el riesgo de que la inflación termina acelerándose y que la depreciación requerida del tipo de cambio oficial sea mayor, lo que realimenta la inflación”.

Para el estudio ECO GO de Marina Dal Poggetto, “el programa no resuelve los grandes desequilibrios macro y micro que enfrenta el país en un mundo particularmente desafiante, pero evita la implosión e intenta empezar a desarmar gradualmente el deterioro de un Banco Central que literalmente se había quedado sin reservas netas”. Mientras que el programa incorpora una pauta de crecimiento del 4% del PBI y una inflación del 43%, ECO GO proyectó un magro 0,8% de suba del PBI y un “piso” de 60% de suba de los precios.

Por su parte, la consultora Analytica de Ricardo Delgado sostuvo que “los criterios de ejecución fiscales, monetarios y de acumulación de reservas netas son los que determinan la factibilidad de los desembolsos del FMI. De los tres, son los fiscales los que presentan mayores desafíos, tanto por las fuertes subas de los precios de la energía importada como por las condicionalidades del propio acuerdo”.

“De comparar el esfuerzo planteado por el fondo con las reservas adecuadas, tardaremos aproximadamente 5/6 años en alcanzar el valor necesario” (Alvaredo)

En esta sintonía, un informe de ACM precisó que “lograr un déficit de 2,5% del PBI parece un objetivo alcanzable aun cuando no se haga un ajuste del 0,6% del PBI en subsidios”.

“Existen gastos excepcionales por COVID y elecciones que permiten lograr la meta propuesta (aproximadamente estos son 0,99% del PBI). Además, pueden encontrarse extras en la recaudación, donde los ingresos discrecionales serían de 0,19%, 0,34% y 0,5% del PBI para un aumento del PBI nominal del 57%, 62% y 67% respectivamente”.

“Estos recursos deberían utilizarse para la reducción del déficit fiscal si es que se cumple lo pactado”.

En cambio, “por el lado monetario, lograr un financiamiento al tesoro del 1% del PBI es una meta que resulta desafiante. Esto ocurre porque implica aumentar el ahorro en pesos en una medida considerable”.

“La meta respecto de las reservas netas representa un mayor desafío, en donde la desacumulación de las mismas es un fenómeno que debe revertirse. Durante 2020 y 2021, estimamos que se perdieron aproximadamente USD 8.155 millones. Valor que se asemeja con el que debemos recuperar este año, esto es teniendo en cuenta que los USD 5.800 millones de variación positiva son respecto a USD 2.325 millones que estimó el FMI para el 31 de diciembre del 2021″.

“De comparar el esfuerzo planteado por el fondo con las reservas adecuadas, tardaremos aproximadamente 5/6 años en alcanzar el valor necesario”, indicó la consultora que dirige Javier Alvaredo.

Si el Gobierno quiere destacar el “vaso medio lleno” podría indicar que seguramente la semana próxima contará con el acuerdo que negoció lentamente; si, en cambio, se observan las condiciones políticas y económicas, no tendrá tiempo para festejar demasiado.

Iguales, pero diferentes: por qué es distinto el 4,7% de inflación de marzo de 2019 del 4,7% del mes pasado


El gobierno de Macri había acordado 9 meses antes un programa con el FMI y estaba a 5 meses de las PASO. El de Alberto Fernández se apresta a iniciar un nuevo acuerdo, a 16 meses de la próxima cita electoral

Por Sergio Serrichio

Los guarismos son iguales, pero el momento, los protagonistas, las herramientas económicas, la evaluación de los tiempos y las perspectivas políticas son diferentes.

En marzo de 2019, a 5 meses de las PASO que sellarían su suerte electoral, el gobierno de Mauricio Macri chocó con una inflación del 4,7%, la misma cifra con la que la gestión de Alberto Fernández tropezó en febrero pasado. Un 4,7% de inflación mensual implica una inflación anualizada superior al 73% e hizo sonar alarmas tanto entonces como ahora.

“Habiendo empezado a estabilizar la cuestión cambiaria, llegó el momento de traer alivio a los argentinos, que tanto esfuerzo hicieron en estos meses difíciles para todos”, decía el documento con las medidas que anunciaron el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, el de Producción, Dante Sica, y la de Desarrollo Social, Carolina Stanley el 17 de abril de 2019, días después de conocida la inflación de marzo.

Después del acuerdo inicial con el FMI, en agosto de 2018 el dólar había tenido una segunda estampida (de $ 32 a 40), que llevó la inflación de ese mes a un pico del 6,6 por ciento. El gobierno reaccionó anunciando el aumento del crédito, antes de que el FMI lo aprobara, de 50.000 a 57.000 millones de dólares. La inflación bajó lentamente, hasta 2,8% en diciembre, en medio de un durísimo apretón monetario que llevó las tasas de interés a niveles del 70 por ciento.

Con el nuevo año, la inflación volvió a aumentar. El 5 de abril, días antes de conocerse el guarismo de marzo, el FMI había aprobado el tercer tramo del crédito, de USD 10.800 millones, llevando el total desembolsado a USD 38.900 millones. Pero el 4,7% forzó al gobierno a reaccionar con anuncios, que definió como “alivio”.

Los más importantes fueron que no habría más ajustes tarifarios y un acuerdo “voluntario” con 16 empresas de consumo masivo para congelar durante 6 meses los precios de 60 productos de la canasta básica. La lista incluía aceites, arroz, harinas, fideos, leche, yogur, yerba, azúcar, conservas, polenta, galletitas, mermeladas y bebidas, cuyas marcas tiempo después Cristina Kirchner (que en mayo anunció por Twitter la fórmula Fernández-Fernández) bautizaría como “pindonga y cuchuflito”.

Las empresas se comprometieron a asegurar la disponibilidad de los productos en 2.500 puntos de venta y centenares de funcionarios recibieron scanners de control del listado de precios, que se difundió el 22 de abril. Los frigoríficos exportadores acordaron vender 120 toneladas semanales de asado, vacío y matambre a $ 149 el kilo (contra un consumo mensual de 70.000 toneladas) y por decreto se publicaron medidas para “evitar abusos de posición dominante” y sancionar “conductas desleales o anticompetitivas”. La AFIP, en tanto, concedió un nuevo plan de 60 cuotas para pymes con atrasos tributarios.La conferencia de prensa de Macri y Pichetto el día posterior a las PASO, cuando el presidente culpó a los electores por la nueva escapada del dólar y la inflaciónLa conferencia de prensa de Macri y Pichetto el día posterior a las PASO, cuando el presidente culpó a los electores por la nueva escapada del dólar y la inflación

Del lado de los ingresos, a través de tarjetas de débito asociadas a la Anses, se anunciaron descuentos de entre 10 y 25% para jubilados y perceptores de planes sociales en alimentos, ropa, electrodomésticos, materiales de construcción, viajes y turismo, una nueva ola de créditos, rebajas en farmacias y un “descuento” del 22% del gas durante el invierno, a pagar en los meses de verano, de menor consumo. Incluso peajes y telefonía celular fueron congelados hasta después de las PASO, agendadas para agosto, y se anunciaron créditos para el pago de conexiones a la red y un nuevo llamado al plan ProCrear.

La inflación volvió a bajar lentamente; 3,2% en abril, 3% en mayo, 2,6% en junio, 2,1% en julio. Pero el resultado de las PASO desbarrancó por completo el programa con un nuevo salto del dólar, que se fue a $ 60 el lunes 12 de agosto. La inflación fue del 3,9% ese mes, saltó al 5,6% en septiembre y fue amortiguada en parte por la reducción (del 21 al 10,5%) del IVA a los alimentos. En noviembre, tras la elección que consagró en primera vuelta la fórmula Fernández-Fernández, la inflación mensual seguía por arriba del 4%, piso que perforó recién en diciembre, el mes del cambio de gobierno, para cerrar el año en 53,8 por ciento.

“Veníamos bien, pero ….”

“Hasta las PASO la inflación de agosto venía por debajo del 1,5%”, dijo a Infobae un integrante del equipo económico de entonces, para quien las medidas de abril habían sido “una respuesta política, más que económica” al 4,7% de marzo, a diferencia de lo que cree necesario ahora, una respuesta más económica que política al 4,7% de febrero.

“Aquel 4,7% fue un dato fuera de tendencia, ahora hay una aceleración inflacionaria”, dijo el exfuncionario, quien recordó que en el guarismo de marzo de 2019 influyó cierto “apresuramiento” del Banco Central para bajar las tasas de interés, lo que “movió” el dólar e impactó en los precios “transables”, que sumados a los estacionales (canasta escolar, textiles) resultaron en un salto tan fuerte del índice general.

“Aquel 4,7% fue un dato fuera de tendencia, ahora hay una aceleración inflacionaria”, dijo un funcionario del equipo económico de 2019

Ahora, en cambio, prosiguió, las políticas monetaria y fiscal siguen siendo expansivas, el déficit cuasifiscal es muy grande y el gobierno se comprometió a mantener el valor real del dólar (esto es, que no se retrase respecto de la inflación) y acumular reservas. “Es una fórmula inestable”, sentenció. “Si en 2021 el gobierno tuvo 51% de inflación pisando el dólar y las tarifas, y ahora tiene que indexar el dólar y adelantar las tarifas, el programa no tiene ancla, porque la política fiscal es muy blanda y las tasas de interés reales siguen siendo negativas; no veo chances de una inflación por debajo del 65 a 70% anual”, dijo.

La inflación de febrero estuvo marcada, además, por un aumento aún mayor de los alimentos, y en particular de los productos frescos, aspecto que se agravó a partir de fines del mes por la invasión rusa a Ucrania. La guerra impactó los mercados mundiales con un fuerte aumento de los precios de los commodities agrícolas, los fertilizantes y la energía, que en el caso argentino significará, entre otras cosas, un fuerte aumento de la factura de importación de gas y hasta eventuales faltantes del fluido en los meses de invierno.

Cambio de regímenes

“El 4,7% de marzo de 2019 y el de febrero pasado no son comparables, básicamente porque ocurrieron bajo regímenes monetarios y cambiarios diametralmente opuestos: entonces había libertad de capitales, que fue lo que originó el fogonazo que llevó al crédito de 2018″, dijo por su parte Ricardo Delgado, economista de la consultora Analytica. Ese régimen se terminó con el “reperfilamiento” que anunció el gobierno de Macri sobre el final de su mandato.

Según Delgado, en marzo de 2019 seguía pesando el desarme de posiciones, iniciado en 2018, de fondos externos en retirada que presionaban sobre el dólar. Con cepo, esa presión está hoy muy atenuada, pero hay otros problemas. “Hoy estás en un escalón inflacionario más alto que en ese momento, en que ya era alto. Entramos en una meseta de entre 5 y 10 puntos de inflación arriba del 50% del último año de Macri y de 2021. Eso hace que las conductas se compliquen en un contexto en que el acuerdo con el FMI es inflacionario a corto plazo”, dijo Delgado.

“El 4,7% de marzo de 2019 y el de febrero pasado no son comparables, básicamente porque ocurrieron bajo regímenes monetarios y cambiarios diametralmente opuestos” (Delgado)

Mientras en 2019 el gobierno anunció que dejaban de subir las tarifas, ahora es lo contrario: empezarán a aumentar, el dólar subirá al menos igual que la inflación y también subirán las tasas de interés, “aunque no a niveles tan altos como en 2019″, dijo Delgado. Otra gran diferencia, resaltó, es que Macri recibió dólares frescos, que así como entraron se fueron, mientras al actual gobierno logró una refinanciación y un pequeño monto inicial para recomponer reservas.

Según el economista, el nuevo acuerdo debe atravesar un período crítico antes de lograr una reducción de la inflación. “Las noticias de marzo y abril serán muy malas, tal vez en mayo y junio se pueda volver a tasas de entre 3,5 y 4% mensual. Si el gobierno logra un cumplimiento aceptable de las dos o tres primeras revisiones del FMI, puede alejar la espada de Damocles de una crisis. Para que haya desinflación se necesitan dólares frescos; el año que viene el ajuste sigue”, concluyó Delgado.Martín Guzmán y la directora del FMI, Kristalina GeorgievaMartín Guzmán y la directora del FMI, Kristalina Georgieva

Quedan, por cierto, las diferencias políticas. Con la coalición de Gobierno en crisis, el acuerdo actual no tiene el “consenso” que pedía el FMI y que el propio ministro de Economía, Martín Guzmán, trató de embutir en el proyecto original enviado al Congreso. Resta ver, entonces, si el gobierno tiene la convicción de aplicarlo como propio y cuáles son los resultados.

Aquel 4,7% de marzo de 2019, un mes de inflación estacionalmente alta, luce en principio menos amenazante que un 4,7% en febrero, el mes más corto y de inflación estacional más baja del año. El índice de hace tres años completó un trimestre en que la inflación fue del 11,8%. El dato de febrero pasado acumuló 8,8% en el primer bimestre que, con el envión de marzo, superaría el 14% trimestral.

Pero a diferencia del gobierno de Macri entonces, que tenía 5 meses para torcer su suerte política, y no pudo, el de Alberto Fernández tiene 16 por delante para lograr sus objetivos.

En inflación, y en todo lo demás.

Guerra contra la inflación: el récord negativo de Alberto Fernández que no se observaba desde 1991


Durante los últimos 100 años, la tasa de inflación promedio fue del 105% anual; el máximo histórico de 3079% llegó en 1989

Por Melisa Reinhold

Este viernes empezó “la guerra contra la inflación”, según dichos del propio presidente Alberto Fernández. Un poco tarde si se tiene en cuenta que, desde que asumió en diciembre de 2019, la Argentina registró un aumento generalizado de los precios del 123%. Ninguna administración desde 1991 había registrado una cifra tan alta en los primeros 26 meses de Gobierno.

Los datos surgen de un relevamiento realizado por la Fundación Libertad y Progreso. Entre los rubros que se destacan hay uno que especialmente le preocupa al Gobierno: el de alimentos. En total, acumula una suba del 132%, incluso en el marco de Precios Cuidados, controles y la prohibición de algunas exportaciones.

Si va a cumplir con su palabra de batallar contra la inflación, entonces deberá declararle la guerra al déficit fiscal. El año pasado la asistencia del Banco Central (BCRA) al Tesoro para financiar el déficit llegó a 3,7% del PBI, lo que es igual a $2 billones (¡el número tiene 12 ceros!)”, expresó Eugenio Marí, economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso.

Precios acumulados en la gestión de Fernández, según el relevamiento de Fundación Libertad y Progreso
Precios acumulados en la gestión de Fernández, según el relevamiento de Fundación Libertad y Progreso

En el memorándum de entendimiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno proyectó que este año los precios acumularán una suba “puntual” del 43% (en un rango de entre 38% y 48%). Sin embargo, en los primeros dos meses del año la Argentina ya acumuló una inflación del 8,8%, por lo que las estimaciones de los economistas van más allá.

Según el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) de febrero, que elabora mensualmente el Banco Central en base a la opinión de al menos 40 consultoras, bancos y centros de investigación local e internacional, el país cerraría 2022 con una inflación minorista del 55%. De ser así, superaría el récord de la administración de Mauricio Macri en 2019 (53,8%), y habría que remontarse a 1991, cuando el país estaba saliendo de la hiperinflación, para encontrar un número más alto (84%).

La “guerra” contra la inflación dista de ser nueva. Durante los últimos 100 años, la tasa de inflación promedio fue del 105% anual, siendo el máximo histórico de 3079% en 1989, según un estudio que realizó la Cámara Argentina de Comercios y Servicios (CAC).

“A lo largo de su historia, la Argentina se ha caracterizado por numerosos episodios inflacionarios e hiperinflacionarios; es un caso de estudio en todo el mundo por la frecuencia e intensidad que estos presentaron″, consideró.

Variación interanual de la inflación desde enero 1944, según gráfico de la CAC
Variación interanual de la inflación desde enero 1944, según gráfico de la CAC

Para el economista Ricardo Delgado, presidente de Analytica Consultora, si el Ejecutivo quiere realmente conseguir calmar los precios deberá lanzar un programa integral de estabilización de precios. En febrero la inflación núcleo, es decir, que no tiene en cuenta factores coyunturales (como el aumento de las commodities por la invasión rusa a Ucrania, la sequía y precios estacionales), fue del 4,5%.

“La inflación núcleo es el problema de la economía, no de un efecto externo que hace que los precios suban. Tenemos una economía inflacionaria per se. Desde 2018 a esta parte no hemos sabido cómo lidiar con el problema: una gestión, creyó que con soluciones mágicas rápidamente iba a bajar la inflación; este Gobierno cree que con controles de precios y los acuerdos la hacen desaparecer. Falta un Gobierno que se ponga al frente seriamente, entienda que es un problema macro, y que la sociedad les crea”, argumentó.

En el mismo sentido apuntó Fernando Camusso, director de Rafaela Capital. Para el economista, la inflación se tiene que atacar mediante un programa integral. Desaceleración de la emisión, reducción del déficit fiscal y levantamiento del cepo cambiario son algunos de los puntos fundamentales a atender.

“Si ese programa se mantiene durante cuatro, cinco años, y te ayuda a cumplir el acuerdo con el FMI, recién ahí se empezarían a ver señales claras de una desaceleración de precios. Porque en definitiva, es cierto, la inflación es un problema de expectativas. En la medida que no tengas ancladas las expectativas, los precios se te vuelan. Es lo que está pasando”, cerró.