Del verano del dólar a la grieta sobre cómo pagar la deuda en 2020.

22/01/19 Nota de prensa por Daniel Fernández Canedo, para Clarín.

El déficit comercial del año pasado bajó a la mitad como consecuencia de la mejora de las exportaciones y la caída de las importaciones.

Tal es el cambio de signo de la balanza comercial después de la suba de 100% del del dólar en 2018 que estudios como Ecolatina, fundado por el ex ministro Roberto Lavagna esperan un un superávit de US$ 7.000 millones para este año.

El regreso de dólares comerciales, que en los próximos meses se fortificaría por las exportaciones de trigo, maíz y soja coronan el verano financiero que vive la Argentina con un dólar quieto o tendiendo a la baja y con una mejora del clima regional.

Uruguay, México, Filipinas y Turquía lograron salir al mercado internacional para conseguir en conjunto unos US$ 15.000 millones a 15 años pagando una tasa promedio de 5% anual en dólares.

La Argentina está lejos de poder conseguir ese financiamiento a y ese costo (pagaría casi el doble) pero los mejores vientos del exterior apoyados en los pronósticos sobre que China crecerá menos y que, por tanto, Estados Unidos atenuaría la suba prevista para el costo de los créditos de este año ayudaron a mejorar los ánimos.

En el plano interno, el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, disfruta del dato de la baja de la reducción del déficit fiscal de 2018 y está confiado en que logrará el «déficit cero» ( sin contar intereses de la deuda) para este año y así lograr los desembolsos del FMI.

Ese es el principal objetivo económico y toda la acción aparece destinada a cumplirlo en el entendimiento que el déficit cero y el dólar tranquilo se consolidan como los principales pilares económicos de la estrategia oficial para el año electoral.

Los datos de la actividad siguen siendo malos y el pronóstico del FMI sobre que este año la economía argentina caerá 1,7% constituye un baño de realidad a tener en cuenta. Es la estimación del organismo que estaría dispuesto a poner sobre la mesa US$ 57.100 millones y, por tanto, como prestamista de última instancia, sigue muy de cerca la evolución del país.

Para los operadores financieros el año se perfila claramente partido en dos
: una realidad hasta abril-mayo y otra, influenciada por las campañas electorales, hasta octubre.

En el primer tramo el resultado alentador en la visión del Gobierno dependerá de los dólares de la exportación del campo y de la posible recuperación, aunque muy acompasado, del poder de compra de los salarios.

También de una mejora en molienda, pesca, construcción privada y el impulso a la obra pública que darán las provincias al calor de la necesidad de votos de los gobernadores.

Las expectativas respecto a los sectores textil, calzado y electrónica siguen el el freezer Y para el sector automotriz, que en 2018 habría redondeado las 800 mil unidades vendidas, esperan una baja de ventas a 650 mil unidades pero, tal vez, una mejora en la producción de la mano de las exportaciones a Brasil. Todo dentro de un marco de extrema modestia en la recuperación después de la fuerte caída de 2018.

La segunda parte del año, y ya en lo que se supone un país inmerso en el clima electoral, la economía tendrá como telón de fondo la discusión de una nueva «grieta» se generará a partir de una pregunta: ¿que hará el próximo gobierno con el pago de la deuda?.

Con el título «Diga 33″, un informe de la consultora Analytica precisó el tema en un párrafo: » la carga de intereses del Tesoro oscila en torno a 3% del PBI. Es natural pensar que la coalición que resulte electa en las próximas elecciones opte por llevar el resultado primario a un superávit que se ubique cerca de ese 3″ sostiene el análisis. Y agrega: «teniendo en cuenta la estructura de las cuentas públicas ese ajuste permite refinanciar los vencimientos con el FMI, abultados en 2022-2023».

La clave está en si el próximo gobierno refinanciará los vencimientos de la deuda y de qué forma podría llegar a hacerlo.

El Gobierno dice que su camino será lograr el superávit necesario y que no existe la posibilidad de un default en el caso de que Mauricio Macri sea reelecto a partir del apoyo internacional y de la posibilidad de que la economía deje atrás la recesión en 2020.

Todos los mensajes que se escuchan desde el kirchnerismo ( Axel Kicillof, Agustín Rossi, Felipe Solá, etc) dejan en claro la intención de postergar los pagos de deuda en el caso de que Cristina Kirchner gane las elecciones.

Desde el punto de vista del kirchnerismo la refinanciación tendría sentido para conseguir financiamiento vía la postergación de pagos y en el entendimiento de que su estrategia volvería ser expandir el consumo interno. Y en ese caso otra pregunta sería de dónde provendrían los dólares para pagar las importaciones. Refinanciar deuda y volver a los controles de capitales y cepos podrían ser parte de la estrategia.

Son días de calma financiera en los que la expectativa de corto plazo está puesta en la velocidad que el Banco Central le imprima a la baja de las tasas de interés en pesos que con su rendimiento testigo en torno de 57% anual, siguen manteniendo a raya al dólar.