Argentina, entre los peores de la región: por qué no podemos crecer.

16/11/18 Nota de prensa por Giselle Rumeau para El Cronista.
En las últimas siete décadas, tuvo una de las economías con menor expansión junto con Venezuela y Bolivia. En cambio, Chile, Colombia, Perú, Uruguay, Brasil y Ecuador pudieron mantener un, proceso de crecimiento sustentable en ese periodo.

La ensayista Beatriz Sarlo suele definir a Mauricio Macri como un presidente con pensamiento deseante. Alguien que promete una lluvia de inversiones, apenas asume o se propone la meta imposible de lograr pobreza cero en cuatro años de manera voluntarista, dice. Es probable que la intelectual tenga razón. Pero el presidente no es el único de esa especie. La dirigencia argentina, cualquiera sea su índole o pelaje, exhibe diariamente una fuerte tendencia al pensamiento mágico, que la deja atrapada en la ilusión e impide poner el esfuerzo para que lo deseado
se convierta en algo concreto.

En esa línea, es ideal escuchar a los principales líderes de la oposición, dar cátedra sobre lo que hay que hacer sin explicar el cómo. La principal recesión genera ejemplos diarios de sobra. Como si fuera un slogan de campaña la mayoría asegura que la crisis se termina con crecimiento, cuando unos de los principales problemas que tiene el país, además de gastar más de lo que entra, es su inconstancia para crecer.

En los últimos 70 años la Argentina creció mucho menos que los países de la región. Si se toma en cuenta el PBI per cápita. Figura en la cola, junto con Bolivia y Venezuela, según datos del proyecto Arklems, dirigido por Ariel Coremberg. En cambio Chile, Perú, Brasil, Colombia, Uruguay y Ecuador, fueron los países que pudieron mantener un periodo de crecimiento sustentable en ese periodo.

Pero eso no es todo. Según estimó el FMI en un informe difundido en octubre, la economía argentina estará entre las peores del mundo en 2018, con una contracción del 2,6%, tras crecer a un ritmo de casi 4% en el último trimestre. Será el segundo país de la región en desplomarse después de Venezuela, con un descenso estrepitoso de 18%. En cambio el crecimiento en América latina lo lidera Perú, con una suba de 4,1%, seguido por Chile con 4%. México y Brasil crecerán menos, pero mantendrán el saldo positivo, con 2,2% y 1,4% respectivamente.

Según el FMI la recesión argentina se estirará hasta el 2019, año en el que el PBI caería otro 1,6%. Pero el diagnóstico de las consultoras privadas, tampoco mejora para los años siguientes.

“El PBI per cápita esperado por el FMI para el 2019 será 3% menor a el de 2011. Para tener una idea de lo que esto implica, para tener una idea de lo que esto implica, entre el 2011-2021 el crecimiento en Chile será de 21%; en COlombia de 23%, y en Perú, de 30%”, afirma Esteban Domecq, economista y consultor de la consultora Invecq. “El mal manejo de la política económica a lo largo de las últimas décadas convirtió a la Argentina en una de las macroeconomías más inestables del mundo. Con la contracción del PBI esperada para el año próximo, habremos tenido diecisiete años recesivos desde 1981 hasta 2019, con tres crisis de gran magnitud, la de la deuda de 1982, la Hiper del 89 y el 2001/02”, agrega.

No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que el argumento de la tormenta externa, como el origen de todos nuestros males resulta insuficiente; el contexto internacional negativo no afectó a todos los países de la región por igual.
Pues bien, ¿por qué la Argentina es tan vulnerable? ¿Por qué no podemos crecer? ¿Es un problema económico, político o tiene que ver con el ser nacional, un gen argentino, que nos condiciona siempre?

Victoria Giarrizzo, directora de CERX e investigadora de la UBA, cree que hay en juego un poco de todo eso. “Es un problema económico, político, social y conductual -dice- porque nadie quiere colaborar para sacar el país adelante. Menos los dirigentes, funcionarios, empresarios grandes, que podrían ser el motor inicial de un cambio.

La economía asegura que lo más importante de este año es la pérdida de poder adquisitivo de las familias. “El ingreso familiar promedio habrá caído entre un 18% y 20% como consecuencia de la altísima inflación y la recesión inducida con una política fiscal y monetaria muy restrictiva. Si a eso se suma el incremento en los costos financieros que reduce el dinero disponible para consumo, se resume ahí la caída de la actividad entre el 2% y 2,5% que habrá este año. Argentina habrá producido en 2018, lo mismo que en 2011, es decir, 7 años atrás y en términos per cápita, 6% menos”, destaca.

Entre los motivos por los cuales la Argentina no puede crecer a largo plazo, Giarrizzo menciona a la suma de capitales. “Estamos pagando la consecuencia de muchos años con baja inversión, donde la economía se descapitalizó, perdió productividad, y el Estado frente a su incapacidad de generar riqueza, subió los costos tributarios en exceso, asfixiando a los sectores que hoy deberían estar exportando, generando empleo y crecimiento. Las recurrentes crisis, el tipo de cambio inestable, la inflación, todo eso le quitó atractivo al país para invertir y desarrollarlo productivamente. Ganó en cambio la inversión especulativa, la fuga de capitales. Desde el 2007 se fueron u$s 147 millones del país. Ahí se resume por qué la Argentina no crece, remarca.

Pese al crecimiento sostenible de Chile, Perú, Colombia o Uruguay, la investigadora dice que no se trata de países donde la población esté mucho mejor que nosotros en promedio.Pero si hablamos estrictamente de crecimiento – dice – logran generar estabilidad y certidumbre, mediante diferentes mecanismos. Entonces la gente cree en su moneda, invierte en su país, no fuga sus divisas a otro lado, hay menos especulación financiera, y más estabilidad en las políticas, menos timba, resume.

Quizá también se deba a que en la región hay menos omnipotencia. Acá cada gobierno que sube vuelve a barajar y dar de nuevo. Trae su tropa, sus recetas y todo lo anterior está mal, se queja.

Domecq, también menciona el peso de nuestra historia para explicar en gran medida el estancamiento en el mediano y largo plazo. Eso, sumado a la herencia del kirchnerismo y el cúmulo de desaciertos en las decisiones políticas y en la política económica que cometió el gobierno de Cambiemos desde diciembre del año pasado.
Son múltiples las causas que explican esta degradación de la economía, pero la más importante tal vez sea nuestra indisciplina fiscal y monetaria que hemos tenido a lo largo de todos estos años, a todos estos factores, el director de la consultora Invecq agrega el cambio constante en las reglas de juego, la pérdida de libertad económica, el cierre continuo de la economía, el incremento desmedido e ineficiente del gasto público con el respectivo crecimiento de la presión impositiva y atropello al sector productivo, las ineficiencias del mercado laboral, incumplimiento de la ley de los contratos, pérdida de la capacidad de ahorro e inversión insuficiente, y la lista sigue…

Rodrigo Alvarez, economista y CEO de Analytica Consultora, menciona entre los principales problemas para crecer a la incapacidad de generar acuerdos básicos entre la dirigencia argentina. No solo estoy hablando de la clase política, sino de todos los actores: empresarios, gremialistas, la propia sociedad. No tenemos claro cuál es nuestro modelo, pensamos que podemos seguir recetas autóctonas y esto termina generando mucha incertidumbre y acortando el horizonte de proyecciones del país, asegura.

Para el experto, el futuro tampoco es alentador. El 2019 será un año bisagra, donde se conjugarán varios riesgos para el crecimiento. Uno se dará en el contexto internacional, en medio de un proceso de tasas de interés, aumento de fondeos, una tendencia mundial al proteccionismo, y una región inmersa en una crisis de liderazgo, dice. En ese sentido, Alvarez destaca la falta de timming del país para adaptarse a los cambios globales. Cuando debía abrirse y utilizar la bondad de los precios de los commodities a nivel récord y la disponibilidad del fondeo, la Argentina se aisló del mundo. Y ahora se abre cuando los vientos han cambiado y vienen de frente, destaca.

Otra de las amenazas para crecer es el escenario político: Todo indica que vamos a una polarización entre modelos antagónicos como el kirchnerismo y el macrismo, de los cuales no se puede establecer una síntesis constructiva. Eso genera un marco de elevada incertidumbre respecto al futuro del país en el mediano y largo plazo.

Ante esa incertidumbre y la magnitud de la recesión económica, asegura que la inversión se va a mantener expectante y por eso el 2019 no será un año pujante en términos de inversiones. Vemos un proceso de recuperación muy lento. Es como si nos hubiéramos caído del segundo piso al tercer subsuelo. Tenemos que recuperar el terreno perdido subiendo por la escalera con una pierna quebrada. La Argentina perdió un tercio del PBI en dólares y difícilmente lo recupere rápidamente, concluye.

La indisciplina fiscal y monetaria, la falta de timming para adaptarse a los cambios globales, los errores de diagnósticos y de toma de decisiones, la incapacidad para generar acuerdos básicos, la especulación financiera y la omnipotencia, sumado a periodos de corrupción, son algunas de las causas que nos impide crecer, como dicen los psicoanalistas, habrá primero que resolver lo viejo, para enfrentar después lo nuevo.

Qué dicen los economistas

Victoria Garrizzo, directora de CERX
“En las últimas décadas, ganó en la Argentina la inversión especulativa, desde 2007 se fueron 147 mil millones de dólares del país. Ahí se resume por qué la Argentina no crece.”

Rodrigo Alvarez, CEO de Analytica
“La Argentina perdió un tercio del PBI en dólares y no lo va a recuperar rápidamente. No ayudan el contexto internacional, la polarización entre dos modelos antagónicos y la magnitud de la recesión.”

Esteban Domecq, director de Invecq
“El PBI per cápita de Argentina esperado para el 2021 será 3% menor al de 2011. Entre esos años, el crecimiento en Chile será de 21%, en Colombia de 23% y en Perú de 30%.

¿Qué sectores tendrán indicadores favorables en 2019?

02/11/18 «El gobierno ha tomado una decisión muy drástica… ahora está eligiendo estabilizar la nominalidad de la economía a costa de la actividad económica», dijo Rodrigo Alvarez en La Lupa.
Descubrí qué sectores serán los más favorecidos el próximo año:

¿Se encamina la economía?

Rodrigo Alvarez estuvo en El Timón TV, y conversó sobre las posibilidades de encaminar la economía, las consecuencias de la corrida cambiaria, y el riesgo país.
Mirá la nota completa:

2019 a pesar de la economía.

24/10/18 Nota por Rodrigo Alvarez para La Política Online.

Macri no tendrá resultados económicos para mostrar a los votantes sensibles en los bolsillos: recesión, pérdida de poder de compra y bajo empleo.

Teniendo en cuenta la caída al margen de la gestión de Cambiemos, nos preguntamos: ¿Cuál es el margen para implementar una estrategia electorista basada en una mejora en los salarios y/o el empleo? A nuestro juicio, muy pocas. El año próximo todavía observaremos los coletazos de la actual crisis de balance de pagos, que se reflejará en una depreciación real (contra promedios, y apreciación entre puntas, en el mejor de los casos).

Históricamente, estos eventos están asociados en una caída en la participación de los asalariados en el producto, lo que implica, en una economía en recesión, que los salarios reales caen, el empleo baja, o ambos a la vez. Sin embargo, en contextos históricos en los cuales la política monetaria es altamente restrictiva, la respuesta positiva del empleo fue siempre muy moderada. Por lo tanto, la combinación de una recesión extendida y elevadas tasas de interés no sólo le pone un techo a las paritarias, sino también al aumento en el empleo, lo que deja al Gobierno con poco margen para intentar “un poco de populismo electorista”.

De 1976 a la fecha se observaron 8 eventos en los cuales el tipo de cambio real subió 10 o más puntos respecto al año anterior (81 a 83, 87, 89, 02, 14 y 16). En todos ellos cayó la participación de la masa salarial en el producto (medido como salarios por empleo sobre PBI). Esto se debe básicamente a una combinación de shock de precios relativos e intensidades factoriales. A saber, la depreciación implica una mejora en la rentabilidad de los sectores transables en detrimento de los no transables, siendo estos últimos intensivos en la generación del empleo.

Si omitimos eventos extremos como 1989 (hiperinflación) y 2002 (default y crisis bancaria), se observan tres episodios en los cuales el producto cayó, en línea con lo que se espera para 2019, entre 1,5% y 3%: 1982, 2014 y 2016. En todos ellos el salario real se redujo.

Ahora bien, mientras que en el primero y en el último caso la política monetaria era restrictiva, en 2014 era marcadamente expansiva. ¿Cómo afecta esta diferencia en la generación de empleo?
Significativamente. Tanto 1982 como 2016, ambos marcados por una política monetaria restrictiva, la elasticidad empleo – tipo de cambio real osciló entre 0.5 y 5%. Esto quiere decir que por cada 10 puntos porcentuales de aumento en el tipo de cambio real, el empleo pudo subir hasta 0,5%. En 2014, en cambio, el mismo guarismo alcanzó 25%. Es decir, que por cada 10 puntos porcentuales en el tipo de cambio real, el empleo aumentó 2,5%. Claramente, la postura del Banco Central es relevante para la generación de empleo luego de correcciones del tipo de cambio.
Veamos por qué. Ante una depreciación generada por una crisis del balance de pagos las decisiones de inversión se postergan. Sim embargo, existe descalces en los flujos de las firmas que generan la necesidad de tomar deuda para financiar capital e trabajo. En este escenario, una tasa de interés real positiva –explicada por la postura de la política monetaria – presiona sobre la rentabilidad de las firmas compensando los efectos de la caída en el salario real; en particular en los sectores no transables (que dependen del mercado interno como el comercio y la construcción, por ejemplo) que son intensivos en trabajo. Los sectores transables (como la industria o el agro) pueden recomponer rentabilidad debido a que la caída del salario en dólares supera a la del salario real. Sin embargo, el efecto sobre el empleo agregado de estos sectores es de segundo orden, explicando la dinámica observada.

¿Entonces cómo afecta este cóctel al ciclo económico? Sin dudas, negativamente. La misma política monetaria condiciona el otorgamiento de crédito a las familias y, con ello, la capacidad de consumo de bienes durables. Si los salarios caen y el empleo no mejora, difícilmente podamos ver tracción en el consumo. La inversión estará en retroceso por una combinación de las altas tasas de interés, una política discal contractiva y un escenario electoral incierto. Todas las fichas están puestas en las exportaciones y en los servicios transables, los cuales en su conjunto ponderan en torno a 15% del PBI. Demasiado poco para traccionar el despegue.
Además, el FMI condiciona la postura de la política fiscal y monetaria, las cuales a su vez restringen la política de ingresos. No solo debido al mencionado efecto del tipo de cambio sobre los salarios, sino también a través del objetivo de déficit fiscal sobre las tarifas-subsidios. Por otra parte, se podría especular con una apreciación del tipo de cambio “entre puntas” de la mano del ingreso de capitales. Sin embargo, esa estrategia implica mantener una elevada tasa de interés en un contexto de des-inflación, lo que repercute negativamente sobre el producto y el balance comercial.
Cambiemos no opta por intentar ganar las elecciones a pesar de la economía; parece que es su única opción.