Esta vez es diferente

23/05/18 Nota de prensa por Rodrigo Alvarez para La Prensa

Claves de la economía – La devaluación generará este año una caída en el nivel de actividad mayor al observado en 2013 y 2016 de no mediar acciones paliativas contundentes. Sugerimos la reapertura de paritarias y un mayor control de los flujos de capitales.

La reciente corrección del tipo de cambio, en torno a 20% en tres semanas, comparte algunas características con episodios similares registrados en 2013, 2014 y 2016 aunque existe una notable diferencia: la imposibilidad de utilizar la política fiscal como valla de contención del nivel actividad.

Este contexto se combina con una mayor apertura de la cuenta capital, factor que exacerba la volatilidad nominal asociada a la devaluación, y paritarias mayormente cerradas; ambos factores también estuvieron ausentes en los mencionados episodios anteriores. En Analytica creemos que esta coyuntura generará una caída en el nivel de actividad mayor al observado en 2013 y 2016 de no mediar acciones paliativas contundentes. Sugerimos la reapertura de paritarias y un mayor control de los flujos de capitales de manera de permitir una recuperación de los ingresos reales de los trabajadores y una más rápida reducción de las tasas de política monetaria, respectivamente.

En 2014 el tipo de cambio se devaluó 23% en enero luego de haber acelerado la tasa de depreciación durante el cuarto trimestre de 2013, totalizando una variación de 38%. La actividad cayó 3,9% desde el pico hasta el valle del ciclo. En 2016, luego de la salida del cepo, el tipo de cambio registró un salto de 62% entre el último trimestre de 2015 y el primero de 2016, generando una contracción de la actividad entre puntas del 3,4%. Creemos que la actual coyuntura genera el caldo de cultivo para una mayor contracción de la actividad respecto a esos episodios, incluso descontando los efectos de la sequía. Los motivos podemos buscarlos en la interacción de cuatro características distintivas de esta devaluación: 1) mayor apertura de la cuenta capital del balance de pagos, 2) la corrección ocurre con casi la totalidad de las paritarias cerradas, 3) la coyuntura ha esmerilado la credibilidad del BCRA en un régimen de metas de inflación, el cual depende crucialmente de la misma, 4) la presencia de un acuerdo en ciernes con el FMI que condiciona la política fiscal.

EN CONTRA

El calendario jugó en contra. A diferencia de los episodios anteriores, la devaluación ocurrió luego de que la mayoría de los acuerdos paritarios estuvieran cerrados. A su vez, los incrementos acordados son muy inferiores a la nueva inflación esperada y cuentan con cláusulas de revisión no automáticas. Ante la inminente aceleración de la inflación, especialmente en alimentos, y teniendo en cuenta el nuevo cuadro tarifario de los servicios públicos, es natural esperar una fuerte corrección del gasto de las familias, especialmente en servicios discrecionales y bienes transables.

La presencia del FMI implica un proceso de consolidación de las cuentas públicas más agresivo al inicialmente previsto. Esto impide la implementación de una política fiscal contracíclica como ocurrió en los dos episodios anteriores.

La interacción de estos cuatro factores generará, de no mediar acciones correctivas, una fuerte reversión del proceso de crecimiento. La administración Cambiemos perderá entonces dos de los activos más importantes de su gestión: desinflación con crecimiento y reducción de la pobreza.

LA SALIDA
 
Para atemperar los mencionados efectos de la devaluación creemos que el Gobierno puede reabrir paritarias e iniciar un lento proceso regulación de capitales de corto plazo. Con la primera medida estaría recomponiendo los ingresos reales de las familias, con el consecuente impacto sobre los niveles de actividad y pobreza. Es importante notar aquí que bajo la nueva configuración de precios relativos, la recomposición de los niveles de ingreso real tendrá un importante impacto positivo en la demanda de bienes con alto contenido de valor agregado, esencialmente no transables o sustitutivos de importaciones.

Por otra parte, el control de capitales permitiría acelerar la reducción de las tasas de interés y adecuar los volúmenes alcanzados a la actual coyuntura; aumentando la potencia de la regulación sobre los participantes del mercado.

Esto es, la proclamada profundidad del mercado de capitales no será tan necesaria en un escenario de fuerte ajuste fiscal ya que, si prospera el acuerdo con el FMI, se despejarán las necesidades de financiamiento del Sector Público Nacional y se prescindirá de la colocación de deuda interna. Las demás categorías de Gobierno pueden aprovechar la ausencia de las emisiones del Tesoro y la liquidez excedente del sistema financiero, resultante de la contracción de la demanda de crédito asociada a la recesión. Finalmente, el control de capitales permitiría reducir la volatilidad nominal latente en un contexto en el que no sobran dólares.

El Gobierno puede utilizar la reapertura de paritarias como prenda de negociación con la oposición para cerrar el Presupuesto 2019. El proceso de desinflación ya ha sido interrumpido y el efecto de la recomposición de los ingresos de las familias sobre los precios en un contexto recesivo es de segundo orden. A su vez, los niveles de apertura de la cuenta capital de nuestro país son muy superiores a los observados en otros países emergentes, lo cual deja margen para implementar controles, al menos paulatinamente para evitar salidas masivas de fondos especulativos. La profundidad del sistema financiero debe ganarse con el aumento de los niveles de intermediación financiera, al menos con estos niveles de fragilidad externa. No hay atajos.

Oscar Wilde decía que la juventud sonríe sin motivo. Jefatura de Gabinete debe notar que las sociedades no. Si quieren recuperar el terreno perdido, deben moderar los efectos indeseados de la devaluación, especialmente sobre los niveles de empleo y pobreza. Existen herramientas. Margen de maniobra también.

Las consecuencias de la corrida cambiaria: anticipan inflación del 25% y crecimiento inferior al 2%

20/05/18 Nota de Prensa  por Esteban Rafele para TN.

Economistas revisaron sus estimaciones para este año, por el impacto de la devaluación en los precios y en el consumo y por el ajuste fiscal anunciado.

La crisis cambiaria y la decisión del gobierno de Mauricio Macri de acelerar el ajuste fiscal mientras negocia un crédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI) dejaron secuelas en la economía doméstica. “La Argentina tendrá más inflación y menos crecimiento”, admitió el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en una entrevista reciente con medios del exterior. Los consultores locales comenzaron a ponerle números a esa afirmación. Coinciden en que este año la inflación no bajará y que la actividad crecerá por debajo del 2 por ciento.

Las proyecciones de las consultoras locales comenzaron a modificarse entre el jueves y el viernes, cuando quedó claro que el Gobierno había logrado domar al dólar, aunque convalidó una devaluación significativa que ya comenzó a trasladarse a los precios. Algunas, incluso, no terminaron de definir sus nuevas estimaciones.

Inflación

La suba del dólar de los últimos veinte días fue de entre 20 y 25 por ciento. Su traslado a precios ya empezó. No solo en los productos importados. Hay industrias y empresas de construcción que se quejan de que no consiguen insumos, porque sus proveedores esperan que termine de acomodarse el tipo de cambio para definir sus listas de precios. Supermercados de primera línea recibieron la semana pasada listas con aumentos de entre 5 y 6 por ciento en productos de consumo masivo.

En cuatro firmas consultadas por TN.com.ar coincidieron en que en 2018 la inflación será, con suerte, similar al 24,6% registrado el año pasado. La meta del 15% a la que todavía se aferra el Gobierno como ancla de expectativas -aunque sepa que es inalcanzable- es imposible de lograr.

Hasta el mes pasado, las estimaciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central promediaban 22 por ciento anual. La cifra había sido corregida al alza desde marzo (20,3 por ciento) y subió constantemente desde el 28 de diciembre, cuando el Gobierno recalibró metas, dejó subir el dólar y bajó tasas de interés.

Management & Fit y Elypsis corrigieron sus proyecciones, pasaron del 23 por ciento al 25 por ciento para todo 2018. En Eco Go y Analytica dieron un paso más y llegaron al 27 por ciento.

Los mayores índices de inflación impactarán en los salarios. Los analistas coinciden en que las paritarias del 15 por ciento con cláusula de revisión no serán suficientes para garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores.

“El salario real iba a estar muy parejo contra los precios, pero ahora va a perder”, dijo Matías Carugati, economista jefe de M&F.

“La aceleración inflacionaria va a limar mucho poder adquisitivo y eso es menos actividad”, coincidió Rodrigo Álvarez, director de Analytica. “El componente principal de la demanda es el consumo. Si se frena el ingreso y si también tenés un freno en el crédito hipotecario y prendario (por la suba de tasas), se frena mucho la demanda”, explicó.

Actividad

El menor consumo, entonces, impactará en la actividad. Si el último REM del Banco Central mostró un consenso de crecimiento del 2,5 por ciento para 2018 -teniendo en cuenta el impacto de la sequía-, los consultores ahora coinciden en que la expansión será menor al 2 por ciento. Y, en algunos casos, advierten sobre el riesgo del estancamiento.

“El desplazamiento del tipo de cambio, la pérdida de credibilidad del Banco Central va a llevar a que mantenga elevadas tasas a lo largo del año, y eso no ayuda a la actividad”, dijo Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis. “Hoy hay menores salarios reales, a eso hay que sumar un ajuste fiscal mayor… fue un combo de cosas que se endurecieron en muy poco tiempo y cambiaron considerablemente las expectativas que teníamos”, agregó.

Los especialistas no terminan de dimensionar la magnitud del impacto de todas estas variables en la actividad. Elypsis redujo su estimación de crecimiento desde el 2,2 por ciento previo al 1,8 por ciento. M&F pasó del 2,5% a manejar un rango de entre 1,5 y 1,8 por ciento. Para Eco Go, la actividad crecerá “en torno al 1 por ciento” y no el 1,8 por ciento previsto. Y Analytica es la más pesimista. “Creemos que habrá un escenario de crecimiento en torno a cero. En el segundo trimestre hará impacto la sequía y en el tercero impactarán la aceleración inflacionaria y el golpe al consumo”, advirtió Álvarez.

El 3,5 por ciento de crecimiento previsto en el Presupuesto 2018 quedó tan lejano como la meta de inflación o el tipo de cambio promedio, estimado en 19,3 pesos.

El Estimador Mensual de Actividad del Indec marcó un crecimiento del 4,7 por ciento acumulado en los dos primeros meses del año. Según el REM del Banco Central, la actividad se iba a desacelerar con fuerza en el segundo trimestre, hasta frenarse a 0, por la sequía. Y se recuperaría levemente (0,7%) en el tercer trimestre de 2018. Estas estimaciones eran previas a la última corrida.

Para el Ministerio de Hacienda, la expansión será inferior al 3 por ciento. El Gobierno entiende que, para superar la crisis cambiaria, debió dar señales pro mercado. Por eso, convalidó tasas de interés más altas y un mayor recorte en el gasto público previsto, para alcanzar una meta de déficit fiscal de 2,7 por ciento. “El gradualismo es hijo del pragmatismo. Si las condiciones internacionales cambian, debemos cambiar», justificó el ministro Dujovne el viernes, en una entrevista con La Nación.

El costo de las medidas para calmar al dólar: crédito más caro, menos crecimiento y un recorte del 15% en la obra pública

04/05/18 Nota de Prensa por Esteban Rafele para TN.

El cóctel de tasas altas y menor gasto impactará en la actividad, coinciden economistas. Analistas también proyectan más inflación. El Gobierno busca contener la corrida contra el peso.

El Gobierno decidió combatir la corrida cambiaria con una fuerte suba de tasas de interés y un mayor ajuste fiscal. Este cóctel intenta calmar el dólar, a costa de una menor actividad económica. En lo que queda de 2018 habrá menos obra pública. También puede verse afectado el consumo masivo.

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sostuvo que la reducción en la meta de déficit fiscal para 2018, de 3,2% a 2,7%, supondrá un recorte de 30.000 millones de pesos en los gastos de capital. «Vamos a generar ahorros en la administración pública y vamos a ejecutar 30.000 millones de pesos menos en gastos de obras de infraestructura», dijo. «Es algo que nos duele, es el gasto que uno no quiere tocar, la obra pública. Pero hay que saber que, en este contexto, necesitamos acelerar la convergencia al equilibrio fiscal», agregó.

Esos 30.000 millones de pesos significan unos 3000 kilómetros de pavimentación de rutas, por ejemplo, de acuerdo a una relevación de precios de licitaciones que hizo la consultora C&T y que tomó el sitio web Chequeado. O unos 3300 jardines de infantes, para poner otra referencia que alguna vez supo usar el presidente Mauricio Macri.

Pero, en términos macroeconómicos, los 30.000 millones de pesos representan casi el 15 por ciento de los $ 210.000 millones que contempló el Presupuesto 2018 para la obra pública, sin contar los proyectos de Participación Público Privada (PPP).

Impacto federal

Para el economista Martín Kalos, director de Epyca Consultores, esto «tiene un impacto muy federal, porque hay muchas ciudades del interior en las que la pavimentación de rutas es una fuente de empleo más relevante de lo que puede ser en la Capital». Y también repercutirá en las industrias vinculadas. «Esto le pega a las cementeras, la siderurgia y la metalurgia», enumeró.

Gustavo Weiss, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, se mostró preocupado. «Claramente, esto impactará en la construcción. Veremos cómo lo hace en las obras en curso o si se refieren a contratos nuevos. Esperamos reunirnos en los próximos días con los ministros del área para avanzar en la letra fina del anuncio», dijo a TN.com.ar.

El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, afirmó que «no va a frenarse ninguna obra» de las que están en curso. «Frente a obras que no han empezado, iremos evaluando su comienzo a partir de la restricción presupuestaria», agregó. Dietrich enfatizó que las PPP obtendrán un rol más protagonista en este contexto.

Weiss, sin embargo, advirtió sobre el impacto que puede tener el cóctel de anuncios en las obras PPP. Hace diez días, el Gobierno recibió ofertas para construir las primeras autopistas bajo este sistema, por el cual el constructor debe conseguir el financiamiento y pasarlo al precio. Esos contratos están sujetos tanto a las tasas en dólares a las que el mundo le presta al país como a las tasas en pesos que define el Banco Central.

Lo explica Weiss: «El grueso de las obras se financia con endeudamiento externo, por lo cual lo que pasa en Wall Street afecta al cierre financiero del proyecto. Veremos, el día de mañana, cuál termina siendo la magnitud», dijo. Y agregó: «Pero los proyectos tienen también un tramo inicial, que se fondea en pesos. Es un préstamo puente para empezar a hacer las obras. Y ahí impacta el tema doméstico. La tasa al 40 por ciento (que fijó el Banco Central este viernes) impacta, sin dudas».

El ministro de Finanzas, Luis Caputo, relativizó este punto: «Si el costo de financiamiento sube de 4,5% a 5%, no va a representar un problema. La Argentina viene financiándose a las tasas más bajas de su historia», dijo.

Crédito más caro

Las tasas domésticas también supondrán un encarecimiento del crédito para las personas. Incluido el crédito hipotecario.

«El crédito va a encarecerse», dijo Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis. «La obra privada también disminuirá, porque es muy difícil que la demanda siga empujando con intereses más caros. Los bancos van a preferir estar en activos líquidos antes que dar crédito. Van a subir las tasas», analizó.

Kalos recordó que los créditos hipotecarios se encarecieron este mes, ya que el Banco Nación subió las tasas. «Esto levanta el piso de acceso a los créditos hipotecarios», afirmó, ya que el nivel de ingresos (y la tolerancia al riesgo) necesarios son mayores.

El consumo también se verá afectado, coinciden los analistas. Por un lado, porque la suba de tasas hace más caro financiarlo. Por otro, porque el dólar más alto (estaba a $ 20,50 cuando empezó la salida de capitales del país, tocó los $ 23,30 el jueves y ahora ronda los $ 22,20) se trasladará a precios.

Dujovne admitió que la inflación será más alta de lo esperado. «La Argentina tiene un traspaso a precios del nivel del tipo de cambio más alto que el de otros países», dijo. «Dependiendo de cuánto dure (la suba) y dónde se estabilice el tipo de cambio, esto puede generarnos una demora en la convergencia hacia las tasas de inflación que esperábamos para el segundo semestre», indicó.

«En algunos sectores ligados a la construcción ya ajustaron los precios», dijo Rodrigo Álvarez, director de la consultora Analytica. Se suman a los combustibles, en donde el aumento parece inevitable, por la suba del crudo y de los costos en dólares de las petroleras. La producción local también usa insumos importados, en mayor o menor medida», agregó.

Según Analytica, la inflación de mayo «tiene un piso de 1,9 por ciento». Para Elypsis, la proyección es de 1,7 por ciento. Ayer, el Banco Central difundió el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM). Los economistas elevaron su previsión de inflación para 2018, desde el 20,3% de marzo al 22 por ciento. Esta estimación no contempló todavía el eventual traslado a precios de la devaluación de los últimos días.

Estos índices de inflación mayores contrastan con las paritarias cerradas en torno al 15 por ciento.

Mal menor

Javier Alvaredo, director de la consultora ACM, fue parcialmente crítico con los anuncios. «Hicieron lo que tenían que hacer. A corto plazo, esto va a servir, pero no me parece que sea un cambio estructural», dijo. «Jugaron fuerte, tomaron la decisión de minimizar la venta de reservas. Pero lo hicieron al costo del 40 por ciento de tasa», afirmó.

«La duda es que con menos obra pública y estas tasas, hablamos de tasas activas para la economía real de más de 40 por ciento. Esto es recesivo, es contractivo. Hay una política monetaria más contractiva y una política fiscal también más contractiva, con el objetivo claro de lograr, en el corto plazo, tranquilidad con el tipo de cambio», analizó.

Dujovne reconoció que la actividad sufrirá las consecuencias. «No sería serio si dijera que la suba de tasas no afectará el nivel de actividad. Ahora, lo que más afecta el nivel de actividad es entrar en un espiral en la cual la volatilidad se apropia del mercado y la incertidumbre reina en la sociedad», dijo. «Esperemos que la suba de tasas sea lo más transitoria posible, aunque eso tendrá que evaluarlo el Banco Central. Es mucho más recesivo no dar las señales que hay que dar cuando la situación lo amerita», agregó.

Zelpo coincidió. «Intentan frenar la corrida. Si el dólar seguía para arriba, iba a ser mucho más nocivo para la actividad», sostuvo. «Esto sacrifica unas décimas más de crecimiento, que ya estaba afectado por la cosecha. Pero me parece más importante frenar una corrida que reducir la obra pública. Porque, eventualmente, después tendrías que reducirla más fuerte», agregó.

Según Elypsis, el crecimiento de la economía rondará el 2,2 por ciento. El REM, antes de estas últimas turbulencias, proyectaba una expansión del 2,5%, con una fuerte desaceleración durante el segundo y el tercer trimestre. El Presupuesto 2018 preveía una expansión del 3,5 por ciento. La sequía quitó medio punto porcentual a esa estimación, admitió el Gobierno meses atrás.

Para Álvarez, de Analytica, el cambio de metas fiscales puede ser una sobrerreacción. «La reducción del déficit fiscal puede ser hasta contraproducente para la economía real: se pierden recursos para estimular sectores generadores de divisas en un contexto en el que la inflación no está explicada por el déficit fiscal, ya que los agregados crecen por la demanda de crédito», afirmó.

La abrupta suba del dólar: los economistas analizan el salto y proyectan que se irá a precios

03/05/18 Publicación de Prensa por TN

Luego de que la moneda estadounidense llegara a los $ 23,30, el Gabinete tuvo una reunión de emergencia en Casa Rosada. Qué dicen los especialistas.

Desde los que ponen paños fríos y aseguran que no estamos ante una crisis hasta los que proyectan una inflación que dobla las estimaciones del Gobierno. Economistas de distintos sectores analizaron la abrupta suba del dólar, que cerró por encima de los $ 23 y, con ello, abrió el debate sobre la estrategia que tiene el Gobierno para controlar el tipo de cambio.

Para Germán Fermo, director de la maestría de Negocios del Centro de Estudios Macroeconómicos, el presidente Mauricio Macri debe «mandar un mensaje tranquilizador» y tiene que clarificar algunas cuestiones sobre política monetaria, económica y fiscal.

El especialista aseveró que la escalada del jueves «no tiene nada que ver con lo que pasa en el mundo». «Fue liquidación de posiciones y gente desesperada comprando cualquier cosa», apuntó.

En la misma línea, Marco Lavagna, economista y diputado nacional por el Frente Renovador, cruzó al Gobierno. «Asumen y toman un montón de políticas para priorizar al sector financiero», criticó en diálogo con La Red.

A pesar de que admitió que él no tiene «una visión catastrófica», remarcó que el Banco Central tiene lasherramientas para controlar la suba del dólar. «Yo creo que va a poder surfear el momento y va a poder estabilizarlo. Pero esta disparada va a generar impacto en los precios», advirtió.

Mientras tanto, puertas adentro, el Gabinete económico se reunió de emergencia en Casa Rosada para analizar la situación. Al igual que lo hizo Marcos Peña a la mañana, la diputada Elisa Carrió salió con un mensaje de «paz cambiaria» y afirmó: «No me preocupa el dólar, sino la inflación».

Con una mirada más crítica, el economista Agustín D’Atellis confesó que no le sorprendió la abrupta suba de la moneda. «Ya advertíamos hace tiempo que la Argentina estaba muy vulnerable. Solo bastaba que un disparador saltara en el mundo para que acá se desate una situación de crisis», subrayó en diálogo con TN.

Uno de los puntos más calientes para el experto es el miedo que puede generar para el mercado mundial. «Hoy empezó a preocupar a los inversores», sostuvo. Y no dudó en pronosticar que, en caso que esta corrida se mantenga, la inflación prevista para este año llegará al 30%.

A pesar de coincidir en el impacto de los precios, el economista Rodrigo Álvarez argumentó que «no estamos ante una crisis» y sostuvo que el sistema financiero está sólido. «El Gobierno debería contener a los inversores para que sigan manteniendo los activos en pesos, ofreciendo una tasa de interés en dólar atractiva», remarcó.

El dólar, récord

La cotización del dólar tuvo hoy un fuerte salto de casi 1,5 pesos y cerró la jornada en $ 23,30 en el mercado minorista, a pesar de la decisión del Banco Central de incrementar en 300 puntos básicos las tasa de interés (ya había subido 300 puntos la semana anterior) y de intervenir con ventas por US$ 451 millones antes del mediodía para abastecer la demanda. Sin embargo, la moneda estadounidense saltó.

En el Banco Nación la cotización de cierre de la divisa fue incluso mayor al promedio del mercado, en $ 23,30 para la venta, con un aumento de $ 1,85 respecto a la víspera.

De esta forma, el valor del dólar registró un incremento de 31% a partir del 15 de diciembre pasado -cuando la divisa inició la senda ascendente- hasta la fecha, mientras que durante la jornada de hoy la devaluación fue de 8,5%.